Una alumna, con mucho orgullo y presunción, dijo en la sala virtual y como si al caso, que de entre sus aspiraciones para estudiar diseño se encontraba lograr un trabajo en una producción de cine como la de los Avengers, con todo lo que eso representa; dejando tras de su comentario un silencio rematador, de esos que esperan una aprobación universal. No hay nada extraño en que los jóvenes se identifiquen con las imágenes de su época: memes, emoticones, avengers, mangas y demás; a lo que se añade una presunción por el lenguaje inclusivo, la perspectiva de género y la hipersensibilidad, que no es otra cosa que el triunfo de la pasividad y la derrota de la responsabilidad: la exacerbación de susceptibilidades. Otrora no eran los Avengers, pero han sido siempre todo tipo de banalidades mostradas en el cine, la televisión y cualquier espacio mediático y comercial. Cuando estaban de moda los X-men, el Señor de los anillos, Dragon ball, el Castillo vagabundo, Godzilla, el pato Donald, Candy o Harry Potter, eran esas las motivaciones juveniles. La justificación a la edad no es final pues pese a las dolencias de la juventud, el mundo no es como es sino como lo hace la sociedad, jóvenes y adultos, y las modas, transitorias en su vigencia, son permanentes porque viven en el reconocimiento y la reafirmación de quienes las producen, las difunden, las aceptan y las reinterpretan.
La percepción del mundo no es un estadio final de convergencias entre el ser y el mundo, entre el yo y lo demás, o entre lo de adentro y lo de afuera respectivamente. El mundo se hace dentro del ser y existe fuera de él. Entonces, el mundo se hace con la conciencia del ser, sea esta individual o colectiva. La complicidad social colabora en su construcción, pero la decisión de que el mundo sea como es, es individual.
La alumna espera con firme convicción, que su apreciación sobre los Avengers sea correcta y coincidente con su decisión de estudiar diseño. No tendrá problemas. El diseño es por sí mismo una construcción edificada sobre cimientos en donde las modas, las películas, las caricaturas y los personajes de fantasía tienen cierto dominio. Dos profesores incluso comparten, con cierta inocencia e ignorancia reflexiva, su gusto por los personajes de caricatura, uno idolatra a Iron man y otro a Superman. La regla de la enseñanza es así la intrascendente manera de autovalidar el mundo que se percibe y que se construye. El mundo es y no es. Aprendemos a hacer el mundo y así nos hacemos con él. Aprender lo que es el mundo es recibir lo que otros hacen con él y aceptar que es así. Si los Avengers representa en el mundo algo que tiene que ver con lo que es el diseño, entonces lo será.
Pero ¿qué representan los Avengers? Más allá de las imágenes chatarra, los Avengers representan el nivel de capacidad perceptiva y volitiva de una sociedad inmersa en las identidades. Las imágenes como entes de materialización de las ideas es inherente a la historia del hombre. En otros tiempos las pinturas, esculturas, formas arquitectónicas y estampas cumplieron su función idolátrica, evangelizadora, mítica, simbólica o persuasiva en cualquier latitud, pero la distinción entre identidad y conocimiento, pese a los matices interpuestos, es radical. La persona es un ente individual como es también una partícula de la sociedad. La sociedad hace al individuo y éste hace a la sociedad. Múltiples formas de esta interacción dual se manifiestan en otras inquietudes similares, pero al final coincidentes, es decir, no son sólo los Avengers, sino cualquier molde iconográfico. Las imágenes del mundo se establecen con respaldos institucionales, y en lo instituido participan desde los gobiernos, las escuelas, el mercado, la publicidad, las noticias, y los espacios acotados y diversificados, como la familia y las pequeñas interacciones sociales. Pero no podemos poner en el mismo cesto a todas las imágenes, como hay clasificaciones, hay niveles, y es aquí donde nos debemos detener, porque la validación del mundo visual requiere de un juicio, y los juicios no se construyen con opiniones sino con argumentos, comparaciones y veracidades. El espacio que abarca los Avengers es infinitamente más grande que el de "el juicio final" de Miguel Ángel. Los Avengers es un producto mediático, económico y momentáneo, la obra de Miguel Ángel es propia de la historia del arte y es atemporal.
Cualquiera diría que cada quien es libre de elegir lo que quiera y lo que le guste, pero la libertad nunca es absoluta. La libertad de hacer el mundo nunca es totalmente libre, se encuentra sujeta siempre a un parámetro prehecho. La vista, antes que el lenguaje, es el primer intermedio entre la percepción y el mundo, o más bien, entre la espectativa y cómo se resuelve el mundo. Sin parámetros tendríamos pura percepción y terreno virgen para la interpretación. Sin parámetros no habría manera de identificar, asociar, comparar ni aprender nada heredado, así que la libertad en este sentido, si bien depende de nuestra decisión, depende también de nuestra capacidad de decisión. Esta alumna que elige a los Avengers como modelo para una decisión de vocación, en gran parte retoma de su mundo lo que ve, como en otra parte le otorga relieve por decisión personal. En las decisiones interviene la capacidad de interiorización, que es consecuencia del tipo de información con que se hace el mundo (aspectos perceptivos antojables desde la visión pedagógica). Si sus padres y maestros no son capaces de mostrarle el mundo, lo hará el cine, la televisión y las redes sociales. La edad no es justificación, como tampoco lo es la individualizacion. Si el mundo es una mezcla sostenida entre la percepción y la construcción individual y colectiva, es una responsabilidad conjunta. Si Miguel Ángel hubiera vivido en la época de los Avengers, su decisión entre ser escultor o pintor y ser diseñador (diseñador en el sentido moderno de la palabra y la profesión) hubiera dependido de su decisión y de su contexto, como lo fue el Renacimiento para hacerlo escultor y pintor. Hubiera tenido que esperar a tener 18 años de edad para estudiar a nivel profesional, hacer un examen de admisión, y hubiera tenido que repartir su tiempo entre estudiar, trabajar en cualquier cosa para ayudar a su familia y revisar sus mensajes de facebook y whatsaap.
Pero la decisión de la alumna, cuyo contexto ya conocemos, requiere de un tinglado más nutritivo para que considere algo más que su modelo avengerista. Lo que califica aquí, para remitirnos al juicio de decisión, es la capacidad de hacer del mundo algo más que lo que vemos. Si el contexto no es nutritivo, se debe hacer un contexto, y esa es, además de una paradoja social, un motivo de reflexión sobre lo que es el ser humano, lo que representa y lo que es para sí mismo frente a la vastedad. Miguel ángeles por doquier no parece ser, al menos por decisión colectiva, algo que suceda mientras Hulk, Iron man, el capitán América y Thor nos demuestren que pueden salvar al mundo en cada secuela que recauda millones de dólares, y que el mundo de los trompones, los super poderes, la magia y las joyas del infinito, las hagamos tan reales como para definir lo que queremos ver del mundo.
Más allá del menú, la vista puede girar 360 grados y hay más, mucho más.
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