martes, 27 de noviembre de 2012

Retórica y artes visuales o el arte de la representación.



La labor del poeta comienza con la apreciación del mundo. Tal punto de partida se fragmenta en múltiples apreciaciones cuando decide que no es lo que percibe sino lo que quiere que sea. Ver el mundo como es, es un desatino porque lo que se ve no es lo mismo para todos y porque las cosas no son lo mismo siempre. Un esquema que pretende describir lo que es o lo que deben ser las cosas es siempre una utopía. El poeta describe lo que ve, lo que pretende que los demás vean y lo que sabe que en circunstancias específicas implican un cambio. Dios hizo al hombre, el hombre hizo al arte y el arte los hizo a ambos. La necesidad en el hombre, como la de dios, es de índole productiva y el poeta, que reconoce en la materia del mundo la sustancia idónea a su producto, determina, como el filósofo, una razón ferviente, absoluta y convincente a su acción. Las cosas (el mundo) poseen verdades absolutas: el verde es verde, lo pequeño es pequeño, lo lejano es lejano, etc. pero de esas cosas se determinan otras con verdades a medias: lo ominoso ¿es ominoso?, lo terrible ¿es terrible?, lo emblemático ¿es emblemático? Las leyes de la percepción en las artes visuales parten de la simpleza del mundo, de las cosas, de la realidad misma… “La pintura no es esencialmente distinta. Dado el primer trazo de la pintura primitiva, en la que el hombre ve y muestra por primera vez sus imágenes del mundo, el desplazamiento que media entre la realidad de la representación y la realidad de lo representado, siempre ha sido motivo de reflexión y tormento para los hombres y en especial, para los artistas y filósofos” (Quesada, Raúl. Pág. 15). Para los primeros teóricos del arte de la representación, la percepción directa del mundo implicó no solamente el establecimiento inexorable de las leyes de la representación: la perspectiva, la proporción, el claroscuro o el estudio exhaustivo de la anatomía; determinó también un parámetro de apreciación propio de caracteres cambiantes. El fenómeno de la luz, por ejemplo, no sólo implica su valoración física y visual (su entendimiento), sino su transferencia y convergencia al discurso de la imagen (su dramatismo). La imagen renacentista, epítome de la “fiel representación del mundo”, es reflejo primario de lo que son las cosas: su forma, su proporción, su ejercicio más eficaz de lo que la perspectiva representa como lejos y cerca. Todo ello, si bien respaldado por el mundo mismo y corroborado por su estudio profundo y analítico, no es más que una representación del mismo; y la proporción, la perspectiva y el claroscuro (forzada descripción), son también una verdad a medias. La persecución por una correcta descripción del mundo es así, una incorrecta y distorsionada forma más de representarlo. ¿Qué puede funcionar como mejor representación de lo representado que la realidad misma? ¿Existe una realidad única y absoluta? En la imagen representada, la “distorsión” como forma elocuente al discurso, es su retórica. Elocuencia y retórica unidas configuran el paradigma en la representación de las artes visuales. Del latín eloquentia, la elocuencia o lo elocuente es la facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir. En las artes visuales, el discurso de la imagen o su narrativa implican en su representación modos de adecuar el mundo visible con el del artista. El artista visual, como el poeta, es un gesticulador por cuanto la interpretación que hace del mundo y en cómo logra representarlo. Su elocuencia se determina por la sustracción de elementos “reales” que permite converjan con su realidad representada. Del latín rhetorĭca, y este del griego ῥητορική, la retórica es el arte del bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado la suficiente eficacia para deleitar, persuadir o conmover. Para Umberto Eco, la retórica funciona como un archivo de elementos cuya mejor descripción merece enlistarse o enumerarse: “La retórica ha contemplado, desde la antigüedad, listas rítmicamente escandidas y escandibles, en las que no importa tanto aludir a cantidades inagotables como atribuir a algo propiedades de forma redundante, a menudo por el puro placer de la iteración” y continúa “En este sentido, una forma de acumulación es la enumeratio, que aparece constantemente en la literatura medieval, incluso cuando los términos de la lista no parecen coherentes entre sí, porque se trata de definir las propiedades de Dios, que por definición no pueden ser dichas (tal como lo afirma el pseudo Dionisio Areopagita) si no es a través de similitudes desemejantes. Así Enodio (siglo V) dirá que Cristo es [fuente, camino, mano derecha, piedra, león, lucifer, cordero –puerta, esperanza, virtud, palabra, sabiduría, profeta- víctima, verdugo, pastor, monte, redes, paloma –llama, gigante, águila, esposo, paciencia, gusano…]” (Eco, Umberto. Pág. 133). Así también, una retórica en enlistado de lo que es el Arte pudiera tentativamente ser: virtud, experiencia, habilidad, sobriedad, expresión, contenido, narrativa, solvencia, creatividad, comunión, oficio, entendimiento, técnica, materiales, procesos, enseñanza, conceptualización, esclarecimiento, diversificación, pluralidad, vanguardia, mensaje, comunicación, vista, ojo, percepción, composición, ritmo, color, contraste, línea, parámetros, evaluación, musas, inspiración, sentimiento, emoción, sensación, conflagración, maestro, discípulo, academia, grado, estímulo… Para las artes visuales, la retórica funciona como un manifiesto o declaración de los elementos que configuran una realidad específica: la representada. Una imagen retórica y elocuente es la que circunscribe en sus elementos un pleno equilibrio entre la realidad representada y la realidad de lo representado, así como plena transparencia y congruencia para con su discurso expresivo. Hablar bien en imágenes para el artista visual es no solamente lograr converger su realidad representada con la realidad de lo representado, sino que ello implique un perfecto empalme con lo que dice o pretende decir. Las formas y su significado son inherentes a su sentido y cuestionamiento, por eso no existe una retórica única y definitiva. Los tropos, del latín tropus, y este del griego τρόπος, responden no solamente a variedades genéricas, sino a la cosmogonía de las culturas y a la invención propia de cada manifiesto.

De aquellos primeros estudios del arte de la representación renacentista se añaden paralelamente los de índole científica. La perspectiva (de nuevo como ejemplo) no sólo es un fenómeno representativo, sino matemático, geométrico y óptico, que sistematiza mediante razones y argumentos suficientes lo que es un hecho irrefutable: existe la perspectiva, es un fenómeno óptico y se representa mediante el refuerzo o estructura geométrica para un pleno razonamiento y especulación; además, la perspectiva tiene un uso práctico, no solo representacional. La distorsión en la imagen en perspectiva es conveniente para sus aplicaciones funcionales físicas y estéticas, como por ejemplo en la arquitectura. Una verdad definitiva sobre la perspectiva es entonces la que construye el hombre para sí mismo y para el colectivo según su propia conveniencia: científica o artística; su retórica y elocuencia tendrán así fundamentos para funcionar a razón del “buen entender y del buen decir”. “La palabra perspectiva viene del latín perspicere, {ver a través de}, y durante el medioevo se refería a la ciencia de la visión derivada de la óptica griega. El término siguió usándose en este sentido amplio hasta que los primeros tratados de perspectiva lineal y su aplicación a la pintura se escribieron en el Renacimiento temprano. Como parte de la geometría euclidiana, la perspectiva tenía profundas implicaciones teológicas: todas las formas visibles podían ser medidas y reducidas a formas geométricas regulares, revelando así el orden y la lógica internos de la Creación como un acto de Dios. De la misma manera, los retratos plasmados en perspectiva permitían a los seres humanos ver el mundo justo como Dios lo concibió en la Creación. El problema que los filósofos trataban de abordar desde esos primeros años era cómo entender los procesos mediante los cuales el ojo humano percibe las imágenes y el cerebro las transfiere a conceptos apropiados. Las implicaciones metafísicas de la ciencia del “ver a través de” fueron reconocidas por primera vez por Robert Grosseteste (ca. 1168-1253), un maestro de la influyente escuela franciscana de Oxford.

Grosseteste se dio cuenta de que el espacio hipotético en el cual Euclides había imaginado sus figuras era totalmente homogéneo e isótropo. A este concepto Grosseteste asoció la primera formulación de una teoría “cuantitativa” de la refracción luminosa con profundas implicaciones teológicas. Dios creó la lux en el primer día, en cuanto medio esencial a través del cual infundir la gracia. Por medio de la lux era entonces posible penetrar la intrínseca lógica del diseño divino mediante las leyes geométricas de la perspectiva.” (Corsi, Elisabetta. Págs. 51-52).





Anamorfosis, del griego ó, significa transformación o distorsión. En este dibujo de Jean-François Niceron (1613–1646) la retícula con verticales radiales y horizontales concéntricas despide a las formas sobre el plano como distorsionadas vs. reflejadas en una superficie cilíndrica como correctas. La envolvente de los rayos reflejados por un espejo cilíndrico es la llamada cicloide cáustica, caracol de Pascal o cardioide).

Los experimentos sobre perspectiva invertida o anamórfica son un claro ejemplo: es por supuesto que la perspectiva es una descripción distorsionada de la realidad visible como lo es también la distorsión que de por sí conlleva la retórica en referencia a lo antes dicho; sin embargo, una perspectiva cuyos propósitos parten de la distorsión, no de la retórica sino de la simple percepción visual ejemplifican perfectamente en su hacer y en su entender que el mundo no posee verdades absolutas y que la retórica funciona como epicentro perceptivo y como estimulador de verdades divagadas. En otras palabras, la significación de las cosas “-al menos dentro del contexto relativamente simple de los sistemas formales- aparece cuando hay un isomorfismo entre símbolos gobernados por reglas, de un lado, y cosas del mundo real, del otro. Es necesario el isomorfismo más complejo para que los símbolos actúen adecuadamente en el circuito de la significación; lo ideal es un isomorfismo bien apuntalado, tanto desde el punto de vista de los instrumentos que utilice como de los conceptos que le den base.

Si un isomorfismo es muy simple (o muy familiar), nos inclinamos a decir que el significado a que nos da acceso es explícito: vemos el significado sin ver el isomorfismo. El ejemplo más saliente al respecto es el del lenguaje humano; a menudo la gente atribuye significados a las palabras mismas, sin advertir en absoluto el muy complejo {isomorfismo} que es, en realidad, lo que las dota de significación. Se comete con harta facilidad este error, consistente en atribuir toda la significación al objeto (la palabra), antes que al vínculo entre ese objeto y el mundo real.” (Hofstadter, Douglas R. pág.97).

La retórica desde el artista es distinta de la retórica desde el espectador y por supuesto desde el objeto artístico. Un criterio, o más bien un juicio prominente se determina porque sustrae de estos tres elementos una conclusión unificada, o al menos eso pretende. La obra artística verdadera, es decir, la correcta, es la que el hecho de su existencia coincide con el juicio que la califica. La verdad como estímulo del buen juicio, si bien parte de un criterio arbitrario y por ende relativo, funciona por la sobriedad conjunta de lo que es el arte y sus pormenores. Esa es su naturaleza, más no su entender, mucho menos su hacer y valorar (estímulos divergentes convergen solamente por cuanto intereses compartidos).

En la enseñanza de las artes, la retórica recurrente es la del profesor (interlocutor entre la realidad de la representación y la realidad de lo representado). La educación en las artes visuales, al ser una instrucción o una doctrina propia del conocimiento de conceptos, materiales y procedimientos, implica en su aprender y en su hacer una reflexión transformática, es decir, que si bien el buen juicio es la verdad (la del profesor) que determina cómo son las cosas y no las cosas en sí, el maestro debe fomentar el libre criterio al margen de la sujeción natural del concepto o conceptos de lo que es el arte. La retórica en este sentido se contrapone a la tradición y a la introspección del libre criterio. Sin embargo, el desarrollo del aprendizaje de las artes va más allá de los fenómenos didácticos y técnicos; es más bien propio de un ejercicio epistémico, ya que en la enseñanza artística, los parámetros que se interponen en la asimilación del conocimiento fluctúan entre normas prestablecidas (materiales y procedimientos) y creencias apoyadas por tradiciones y ocurrentes estereotipos (jerarquías, gremios y manifiestos): “Siempre me asombra nuestra irresponsabilidad gremial. Un niño o una niña pasan una década de cinco horas diarias ante el piano antes de atreverse a dar un concierto para los amigos de su familia. Nosotros hacemos un primer intento y nos empeñamos en que nos publiquen, nos elogien y de ser posible hasta nos paguen.” (Pacheco, José Emilio. Pág. 5).

La relación entre retórica y arte no es una simple concatenación, es en sí misma un arte porque produce entes individuales, con libre criterio, pero atenidos y apegados a lo que la comuna determina. En el buen juicio (para calificar lo que es arte, lo que es el artista y lo que es un buen o un mal objeto artístico) deben considerarse los elementos (de la razón y del libre criterio) propios de la capacidad de invención del artista, manifiesta en las artes visuales como capacidad de representación, en las dotes manuales y expresivas (que responden a estímulos emotivos y a criterios específicos), sirviendo en esto la comparación con la labor del poeta, mencionado al principio de este capítulo: “La idea del conde es que el artista debe familiarizarse particularmente con el poeta que sea a la vez mejor pintor: con Homero, por ejemplo. Y le indica cuán rica materia, no explotada todavía, ofrece la historia tratada por el autor griego para las más excelentes descripciones, y cómo su ejecución le resultará tanto más acertada cuanto más fielmente se atenga a los menores detalles indicados por él.

…El pintor no sólo debe imitar al poeta en el tema, sino también en el procedimiento; debe servirse de él, no solamente como narrador, sino también como poeta.” (Lessing, G.E. pág. 76).











lunes, 16 de abril de 2012

PROYECTOS DE PRODUCCIÓN RECIENTES

PROYECTOS DE PRODUCCIÓN RECIENTES

A finales del mes de Febrero del 2011, me llamó la maestra Teresa Matabuena Peláez (directora del acervo histórico de la Biblioteca Francisco Javier Clavijero de la Universidad Iberoamericana), para invitarme a realizar dos copias facsimilares al buril de dos grabados del siglo XVIII de Arnoldo van Westerhout: un San Francisco de Borja y un San Ignacio de Loyola. Antes, en 2005, me había encargado una copia de un San Francisco Xavier del mismo autor, de la que entregué 500 ejemplares impresos más la placa de cobre, los contenedores de cada impresión y un sello de lacre. Dos años después me solicitaron la creación de una imagen de la Virgen del Rosario, proyecto del que recopilé todas las imágenes posibles sobre la virgen en cuestión: grabados y pinturas antiguas, esculturas, retablos, exvotos e información documental; lamentablemente, pese a que el proyecto fue aprobado en su primera etapa y que el diseño estaba listo para su transferencia a la placa de cobre y su talla directa al buril, fue echado hacia atrás por el rector de la Universidad. En este nuevo encargo, implica la elaboración de las placas a la talla dulce, la impresión de 750 ejemplares para cada grabado y los contenedores, todo a entregar en el mes de septiembre.
     Paralelamente a lo anterior, la Directora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, me encargó la realización de un grabado al buril conmemorativo del Año Internacional de la Veterinaria, a fin de presentarlo en un evento inaugural del Edificio correspondiente al nuevo Hospital de Equinos, mismo del que se terminó su construcción este año. La edición del proyecto consistió en cien ejemplares impresos más la placa de cobre, los contenedores, una camisa para el impreso, una carta de autenticidad que hace las veces también de colofón o ficha técnica, y una síntesis curricular. Su realización implicó la disposición de mes y medio para su entrega total.
     Con motivo de la misma celebración, y bajo solicitud de la misma institución y autoridad, me encargaron la tarea de elaborar un mural que revista el edificio del Hospital de Equinos, mismo que me fue requerido desde el año pasado y pretendía concretarse al nivel de boceto y maqueta a comienzos del mes de agosto, para comenzarse durante el año 2012. El proyecto era ambicioso por la monumentalidad del muro disponible: 350 metros cuadrados, por la complejidad en su realización, la adecuación a las características del edificio, su orientación, la técnica, organización requerida y presupuesto. Inicialmente consideré pertinente su realización en mosaico de piedras, costo que implicaría alrededor de ocho millones de pesos o en cerámica de talavera, cuyo costo estaría sobre los siete millones de pesos. Sin embargo, tales cantidades para la UNAM perecen en primera instancia rebasadas por otro tipo de necesidades; entonces propuse un presupuesto de poco más de un millón y medio de pesos, sacrificando la técnica y otros pormenores, pero en el mes de junio, en una charla que sostuve con ella, me comentó sobre la debilidad de su realización, situación que me llevó a considerar su nula solvencia.
     En otros asuntos, tengo dos exposiciones colectivas en puerta: una de profesores de artes y diseño en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en el mes de agosto o septiembre, en donde participaré con dos obras; y otra en la Sala de Exposiciones de Extensión Universitaria de la FES-Cuautitlán de dibujo y gráfica, participando con el maestro Marco Sandoval, a donde incluiré alrededor de 25 piezas de varias épocas de realización.
     En cuanto a una exhibición individual, pretendo por el momento catalogar y clasificar mis trabajo, pues es vasto y múltiple en soluciones y planteamientos: tengo dibujo, obra gráfica en metal y en relieve, ilustración y pintura. Tarea difícil pues no me interesan las Casas de Cultura ni los epacios abiertos a jóvenes emergentes, además de que no he tenido un contacto directo que aperture una opción correcta. Hice solicitud en el Museo de Arte Contemporáneo de Morelia, en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y en múltiples espacios de la Ciudad de México y área metropolitana, incluyendo las galerías particulares de Polanco. Espero respuestas.
     Por otro lado, e insistiendo en mantener vigencia como productor artístico, intentaré ingresar por cuarta ocasión en el Sistema Nacional de Creadores de Arte con un proyecto de gráfica sobre las condiciones, organización y modos de vida del hombre moderno, que de alguna manera ya había comenzado a trabajar desde el año 2009 con una serie de hombres de negocios, libros de artista y algunos polípticos.

sábado, 10 de marzo de 2012

ENTREVISTA A JAN HENDRIX



El pintor Luis López Loza fue mi tutor cuando el FONCA me otorgó una beca en la modalidad Jóvenes Creadores en 1997. Aprovechando su sugerencia fui a visitar a Jan Hendrix en su Taller de Mixcoac para que viera mi trabajo como grabador. Recientemente, con la inquietud de entrevistarlo lo contacté por teléfono y dijo recordar mi antigua visita, así que fui a verlo a principios de marzo de 2012 en su estudio de la colonia Condesa. La charla fue breve pero concisa. La entrevista tenía como propósito obtener material para la revista Zona D Signos, publicación en la que colaboro con unos colegas de la UNAM; sin embargo, examinando tal experiencia, pretendo utilizar esa información y otra más que recabaré para complementar mi investigación del doctorado en Artes y Diseño. El campo es vasto pues existe un número considerable de artistas, pero sólo me interesan algunos, los que han consolidado su labor profesional como artistas gráficos y los que demuestran en su trabajo una constante solidez conceptual o artística y una inclusión al archivo autoral contemporáneo. No necesariamente deben estar vivos, más bien lo que me preocupa para su inclusión es una coincidencia de caracteres artísticos, conceptuales y formales en su labor productiva, que me será útil para pormenorizar criterios específicos sobre la estampa actual que se practica en México. En tal labor de entrevistas,  las circunstancias son impredecibles: crear un espacio de contacto y acercamiento con los artistas, explicarles los motivos y razones de mis intenciones, equilibrar en lo posible sus opiniones y criterios con la manera en que pretendo obtener información y por último, sostener mis propósitos para con la investigación ante la inminente personalidad de algunos de ellos, pues su pensamiento es en algunos casos opuesto al mío, lo cual no modifica mi valoración, admiración o escrutinio de mi parte.
Tentativamente son:
- Jan Hendrix
- Luis López Loza
- Francisco Toledo
- José Luis Cuevas
- Adolfo Mexiac
- Jesús Martínez Álvarez
- Alejandro Alvarado Carreño
- Demián Flores Cortés
- Ricardo Morales López
- Francisco Moreno Capdevila (+)



JAN HENDRIX

Héctor Morales

JAN HENDRIX (Holanda, 1949). Artista visual especializado en el área de gráfica, es uno de los exponentes más representativos de la estampa actual en México. Versado en un conocimiento fidedigno sobre materiales y procesos de producción, con una amplia trayectoria internacional y una solvencia constante en la experimentación y en la adecuación de técnicas alternativas y nuevas tecnologías. Radica en México desde 1978 y forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1993. Su obra se ha exhibido en museos y galerías de Cuba, Irlanda, España, Francia, Hungría, Yugoslavia, Holanda, Turquía, Australia, China, Finlandia y México. Recientemente recibió el premio Orden del Águila Azteca que otorga el gobierno mexicano a extranjeros por los servicios prominentes prestados al país y a la humanidad.

La entrevista fue llevada a cabo en su estudio de la colonia Condesa de la Ciudad de México en un día cuya cotidianidad se disuelve a la luz de los contrastes del inmueble, sus libros, su obra presente en todos los espacios y por supuesto su presencia.

HM

¿Cuál es la situación actual del arte gráfico?

JH

Soy el más escéptico, el más crítico y el más apasionado por la gráfica a la vez. He hecho todo tipo de trabajos con papel y tinta que varían desde piezas muy pequeñas, pasando por libros, series, obras de gran formato, álbumes completos, impresión en vidriado sobre metal, fachadas de edificios… La pasión la llevo dentro. 

     Sobre la situación de la gráfica actual puedo decir que es muy gremial  y todos los que están involucrados en esto son muy fundamentalistas y separatistas, como los vascos. Hay una actitud incomprensible en la que algunos presentan cierto rechazo a involucrarse de lleno al campo vasto de las artes visuales: ensimismados en los procesos que tradicionalmente conocen y manejan, como una especie de rechazo a comprometerse de lleno al campo de las artes visuales. En esto, yo he decidido que no soy un artista gráfico sino un artista visual en toda la extensión de la palabra, y en todo sentido lo aplico a lo que hago, un tanto negar todo el placer de hacer un grabado, en donde no me fijo en las técnicas para lograr lo que yo quiero, y lo que quiero es una imagen, no me importa obtener una buena pieza preocupado por la técnica, sino lo que de ella se obtiene. A veces, para obtener una buena pieza hay que imprimirla mal. Así, lo más difícil de hacer una buena pieza es que esté mal impresa ¿me explico? Así también, en esta postura crítica, lo gremial, lo apartado y el pánico que tiene el artista gráfico frente a otras artes visuales como la pintura es su situación. Y un aspecto importante en esta crítica es la entrada de lo digital, porque ha cambiado totalmente y otra vez a la gráfica (refiriéndose a lo sucedido en el pasado), en el sentido de que puede ampliar su lenguaje porque hay un método nuevo que se puede incorporar. Por un lado tenemos las “herramientas” con las que se hacía gráfica hasta 1796, cuando sucedió la invención de la litografía con Senefelder; la inserción de la serigrafía, que representa la recuperación de una técnica tradicional China muy antigua, y hace como diez años entra la era digital, apreciándose así un contraste comparativo entre el siglo XVIII y el siglo XXI. Por otro lado la invención de la fotografía que pudiera haber sido otro impulso a la gráfica; no lo fue a fin de cuentas porque los fotógrafos se dieron cuenta que implicaba una actitud diferente porque era un medio mucho más democrático, mucho más abierto cada vez que cualquiera podía hacerse de una cámara fotográfica, y hoy día se toman varios millones de fotos por segundo en todo el mundo. Volviendo a lo digital, sucede que hay un momento de consideración y reflexión porque el artista lo puede considerar e incorporar a su “caja de herramientas” si así lo decide.

HM
¿Podría hablarse de una identidad gráfica en México?
JH
Sí. La gráfica en México tiene un carácter político e íntimo que, aunque son contradicciones, es elocuente por cuanto lo íntimo es romántico.
     La gráfica en México nace con Posada. Antes de Posada la gráfica en México es importada. Estaba hecha en Francia y en España o hecha en México por españoles y franceses, pero no había una propia. Las últimas aportaciones de los viajeros que llegan a México están por ejemplo en extranjeros como el italiano Claudio Linati, introductor de la litografía. La primer litografía mexicana es un retrato de Benito Juárez hecha por Castro, litógrafo oaxaqueño. Ahí comienza una especie de identidad del grabado mexicano; Posada se manifiesta junto con la caricatura política, y la Revolución mexicana reafirma su carácter con el surgimiento del Taller de Gráfica Popular. Posteriormente, el periodo denominado de “Ruptura”, toma una especie de actitud al revés, que es una gráfica más internacional, mucho más enfocada a la gráfica francesa y americana; muchos se van a París o a Nueva York. El movimiento del 68 es también significativo porque la gráfica se aplica en carteles con motivo del movimiento estudiantil. En los setenta y ochenta hay una caída brusca en el mercado internacional en cuanto a gráfica y por lo mismo en México empiezan a declinar muchos talleres, de los que por cierto quedaron muy pocos. Actualmente la gráfica está en la situación que ya mencioné anteriormente.
HM
¿De los artistas mexicanos o radicados en México hay algunos en particular que sean representativos del arte gráfico actual?
JH
Si, hay varios. Puedo mencionar algunos y seguramente se me van a olvidar muchos, pero el principal es Francisco Toledo, que hace obra gráfica estupenda a nivel internacional, reconocido fuera de México como “el artista”. Por otro lado está Gabriel Orozco, que “coquetea” con la gráfica también. Hay grabadores como Luis López Loza, con una calidad fantástica y Vicente Rojo, que tiene un lenguaje gráfico significativo en donde se fusionan los campos del arte y del diseño gráfico. Mathias Goeritz hizo también gráfica interesante…
HM
Y por supuesto usted ¿no maestro?
JH
No. Yo soy en ese sentido quizá el más apasionado junto con Francisco y López Loza, pero no me considero a la altura.
HM
Esto de no considerarse a la altura ¿es una postura humilde de su parte?
JH
No, es sólo que no quiero hablar de eso. No me interesa.
HM
Maestro, ¿cómo define su obra conceptualmente?
JH
Es un círculo. Arranca con una caminata, la caminata se convierte en una mirada, la mirada se convierte en un dibujo, el dibujo se convierte en otro y en otro y en otro. Y en ese momento empieza la obra misma, empieza a funcionar en cierta escala, y esa escala se define por el uso de la imagen; y se cierra el círculo porque al final hay una obra que remite a la primera mirada. Segundo: es un análisis del paisaje que va de lo más grande a lo minúsculo, y en los últimos treinta años me he acercado a lo más pequeño de este gran paisaje. Es una investigación que se vuelve casi científica. No implica el uso del microscopio pero casi, ya que me voy adentrando cada vez más en la estructura de las plantas y en las plantas mismas.
HM
¿Tiene influencias y de quién?
JH
Tengo muchas influencias. Creo que en este momento son múltiples, no tengo una específica, más bien es el goce de ver un Memling o un Vermeer, o poder ver una carpeta de grabados de Francisco (Toledo), o poder ver una exposición de Max Beckmann. No hay una influencia específica, más bien hay una influencia del material que estoy descubriendo que está más inclinado al campo científico que a las artes visuales.
     Mis influencias anteriores eran los “obvios”, como Robert Rauschenberg y Jasper Johns.
HM
En cuanto al proceso técnico ¿cómo se suscita en su obra?
JH
Es muy amplio. He aprendido todo sobre el proceso de manufactura del papel, he aprendido todo sobre el proceso de manufactura de libros, en fin, he ampliado mi campo de acción y es tan diverso que he hecho aguatintas, serigrafías, serigrafía sobre metal con vidriado, vidriado en tibores de Puebla, recortes en aluminio… Todo parte del dibujo pero la aplicación es diversa. Así, mi “caja de herramientas” es muy amplia y mucho es colaboración, lo cual nace del taller de gráfica antiguo, en donde había un dibujante que era el artista, un grabador que labraba las planchas de cobre y un impresor, como en los famosos talleres de plata de Amberes en donde trabajaba Rubens. Hablamos así de colaboración, importante labor y contraria a la del pintor. Por eso es curioso que el artista gráfico que colabora sea el que menos quiere que las cosas cambien (reflexiona en silencio unos segundos). En fin, la colaboración es parte del inicio de mi trabajo y todo lo que hago es colaborativo, trabajo con ayudantes, fábricas, talleres y busco el ambiente ideal para lograr lo que quiero hacer, no conformándome con lo que pueda hacer en mi propio taller.
HM
Y por último maestro ¿qué proyectos tiene en puerta?
JH
Muchos, pero de eso no hablamos porque se van a salar (risas). Los proyectos son de investigaciones, de publicaciones, de arquitectura, de exposiciones, pero todo siguiendo su propio ritmo. Siento mi quehacer y mi práctica como una especie de estación de trenes, en donde todos esperan una salida por una misma vía, como un embudo en donde todo confluye. Trabajo veinte cosas al mismo tiempo, pero he aprendido a llevarlo paso a paso, en donde dispongo de un archivo mental con el que puedo cambiar de un tema a otro y concentrarme de lleno a ese tema por un tiempo. Es como trabajar en diez cuadros o en veinte esculturas o en dos películas o en tres libros simultáneamente (comparando su trabajo con otras disciplinas artísticas). Es como un método que me he implementado y del que he aprendido; y la gran ventaja de la gráfica en esto es su lentitud, y esa lentitud ha invadido todos mis proyectos, me ha dicho: tranquilo, con paciencia, esto tiene que salir. Y a lo mejor tardo tres o cuatro años en sacar algo, por ejemplo los libros hechos a mano son proyectos muy tardados y hay libros en donde nos hemos tardado seis años: con el tipógrafo, con el forjador… Paso por paso, en donde a ver, qué tipo de letra, qué tipo de papel, etc. Son procesos en los cuales la paciencia es importante y el resultado final va a depender mucho del tiempo que le dedicas y dejas madurar.
HM
¿Hay algún consejo para las nuevas generaciones?
JH
Que amplíen su mirada. Que intenten estudiar fuera de México para que amplíen sus conocimientos que posteriormente traigan a su país. El tener una paciencia, una necedad absoluta y una terquedad permanente, y no entregar las armas. Porque no es una profesión fácil, tenemos un abandono de profesión altísimo. Yo creo que hay tres profesiones más complicadas en este mundo: los hombres que trabajan en los campos de petróleo, los bomberos y nosotros, porque hay un riesgo en cada una.
HM
¿Y la inmediatez que impera en los jóvenes?
JH
Es la impaciencia. Hay un mundo además con un mercado en el arte muy impaciente también. Ellos están viendo más bien el mercado y no el desarrollo de su obra que les va a crear un mercado, incluso ellos pueden “dictar” un mercado en determinado momento si les va bien. Pero el peligro es que uno va viendo el éxito que consigue, como Gabriel Orozco, que es un genio y que cayó en el momento y en el lugar perfecto, él estuvo en Nueva York cuando tuvo que estar en Nueva York y tenía que estar en México cuando tuvo que estar en México y en París también. Es un ser muy inteligente para mi gusto. Entonces (regresando al origen del tema), yo creo que está mal que se reflejen en eso, pero entiendo que suceda porque es una actitud completamente humana, pero peligrosa.
HM
¿Algo más que quiera agregar maestro?
JH
Hombre, pues que suerte con todo, ¿qué te puedo decir? Encantado.
HM
Muchas gracias.
     Nos despedimos conversando brevemente mientras me conducía a la escalinata que conduce al pie de su estudio, en donde su asistente Sofía Encarnación abría el archivo de fotos con el que pude seleccionar las imágenes para esta entrevista.

8 de junio de 2012.














lunes, 5 de marzo de 2012

MARIO RANGEL FAZ

Pintor y Grabador, Mario Rangel Faz fue conocido por mi en cuanto el Taller "Francisco Moreno Capdevila" extendió su espacio a un Taller de Producción contiguo en 1994, cuando su titular, Jesús Martínez, le encomendó la dirección de proyectos a Demián Flores, Antonio Yarza, Carmen Parra, Antonio Flores Fuyadosa. Jorge Obregón y a mi. En tal asesoría, Mario Rangel nos dirigió en proyectos individuales y en dos colectivos que cuajaron en dos carpetas de grabados, una sobre la Risa y otra sobre el uso del formato vertical y horizontal. Su estancia como asesor-responsable del Taller de Producción Gráfica no duró más de un año y no recuerdo los motivos. En 2009, en una visita que le hice a mi amigo y colega Ricardo Morales en la escuela del INBA "la Esmeralda" lo vi como encargado del taller de grabado en relieve, un tanto serio y parco con mi presencia; más delgado y de apariencia preocupado. El pasado dos de marzo de 2012, siendo comisionado por la FESC a la inauguiración de un mural de Vicente Rojo en la ENAP-Xochimilco, María Eugenia Figueroa me dijo que Mario Rangel había fallecido tres años atrás. El tema surgió con mi pregunta: -¿Y Mario Rangel? ¿Todavía trabaja en la Esmeralda? Maru pareció desmoronarse con el recuerdo y entonces me notificó la tragedia.
     Anécdotas:
 - Otro profesor que tuve en mis inicios fue también de la Esmeralda pero más antiguo y de Dibujo: Mario Rangel Sánchez
- La risa de Mario Rangel Faz era como el cacareo de un ave tropical: escandalosa pero contagiosa. Recuerdo como le hacía burla a sus espaldas y en cuanto se enteró no se molestó, asintió con una risotada más.
- En una serie de carpetas por Chiapas de profesores de la ENAP me invitaron a participar con un grabado, él hizo unas manos místicas y yo unos cuerpos retorcidos con aguafuerte al azúcar. Cuando vió la miel aplicada con el pincel que daba forma a mi dibujo dijo encantado: - ¡Qué padre...!
     Las personas con quienes compartimos un bien en común, en este caso una personalidad del gremio, son siempre recordados por sus colegas, alumnos y maestros. Sea este un homenaje afectuoso y respetuoso a Mario Rangel Faz.