miércoles, 12 de noviembre de 2014

IMPORTANCIA, COMPROMISO Y DESARROLLO DE LAS HABILIDADES MANUALES EN LAS ARTES VISUALES

IMPORTANCIA, COMPROMISO Y DESARROLLO DE LAS HABILIDADES MANUALES EN LAS ARTES VISUALES

Con frecuencia la gente, incluso mis alumnos me preguntan cuándo y cómo aprendí a dibujar, supongo que para reconocer puntos de referencia en el aprendizaje que les sean útiles para entender cómo se resuelve una imagen. Dudo unos segundos qué responder, pues no existe un momento exacto en el que se determine cómo se adquiere el conocimiento y la capacidad para resolver algo. Normalmente la respuesta se atiene a la edad en que a uno le inquieta algo, en dónde y bajo qué circunstancias se dio, quienes fueron sus profesores, etc. Esto es correcto hasta cierto punto porque contextualiza en tiempo, espacio y circunstancias lo que sucede en el proceso de aprendizaje. Pero deben añadirse a tales menciones aspectos particulares propios del individuo y aspectos generales propios del entorno social y cultural de la época.

     En el entorno actual el aprendizaje, no solamente del dibujo sino de cualquier actividad manual ha quedado soslayado por la predominancia de las nuevas tecnologías, más rápidas, eficientes, adaptables e impuestas a una cultura tecno-científica y mercadológica, en donde las nuevas generaciones, conformistas con los estándares de masificación y estandarización de "productos visuales" desechan el compromiso colectivo e individual, propio del cuestionamiento, la reflexión y la propuesta expedita.

     No debe sorprendernos que las nuevas generaciones no tomen conciencia de sus propias carencias manuales. Si bien la responsabilidad individual es un factor esencial para determinar un compromiso, lo es también el entorno en que vive, esto es, la cultura de la imagen, la tecnología, la educación a todos los niveles, los medios de comunicación y masificación, la estandarización a través de moldes o clichés prefigurados, el ámbito laboral y profesional, las circunstancias que se determinan por factores ajenos, como la corrupción, el favoritismo, el esfuerzo mínimo aceptado, la condescendencia con lo aceptado pero mal hecho, etc. Los indicadores de todo esto son fácilmente detectables en los estudiantes: ya dentro de una licenciatura no saben si eso es lo que querían estudiar, llegan "contaminados" con estereotipos propios de la cultura visual de masas o modos de expresión de la subcultura ( los cómics orientales y norteamericanos, los tatuajes, el street art, etc.) o lo que es peor aún, no quieren tener nada que ver con nada manual. No es una situación por supuesto nueva, cuando yo era estudiante (años 90 del siglo pasado) era común ver en quienes no daban una con el dibujo terminaban haciendo fotografía, performance o instalaciones para eludir el compromiso. En la actualidad sucede lo mismo pero con sus aderezos: más gente ingresa a estudiar Artes Visuales, Diseño o cualquier carrera afín, los profesores no demuestran un perfil adecuado a lo que enseñan (cada vez es más notorio que los profesores que enseñan dibujo no saben dibujar o tienen una idea equivocada de lo que es correcto y no en el dibujo), el ámbito laboral-profesional es cada vez más plural y por ende menos exigente, la cultura comercial y la tecnología propicia soluciones más rápidas y menos comprometidas, resultando esto en rivalidades propias de mercado que distan mucho de una calidad elocuente en los resultados: más rápido, en mayor número, más grandote (en tamaño y en predominancia), menos  "tradicional", eficiente (?), funcional (?), con líneas trazadas por el dinero, etc.

     Sobre la responsabilidad individual podemos decir también mucho. Baste mencionar la falta de toma de conciencia, el compromiso en tiempo y esfuerzo no sólo para conocer una técnica, sino para complementarla y dominarla. Una visión correcta del valor del desempeño manual como complemento al intelecto y sustento de actividades que se desenvuelven prioritariamente con otros instrumentos. Un profesor me decía recientemente que no había estudiado una carrera y una maestría para tener que "cargar cosas" refiriéndose a no querer invertir ningún esfuerzo físico (incluído lo manual) en cualquier actividad, como si lo denigrase.

     Es común también que la gente cuestione con la pregunta ¿Cuánto te tardas en esto o en aquello?, sea un dibujo, una pintura, un grabado o un diseño, porque quiere indagar y enternder mínimanente cómo se realiza tal cosa. Pero para un profesional, profesor o estudiante de la imagen, categorizando actividades que van desde las artes plásticas, diseño gráfico, arquitectura y cualquier labor de construcción con las manos, el tiempo es reflejo de su capacidad manual y conceptual para concretar lo que quiere, lo que puede o lo que le exigen otros. El trabajo por encargo limita en cierto sentido la libertad expresiva, pero también propicia una disciplina de trabajo que normalmente el inexperto no sabe imponerse. El conocimiento de una técnica no es suficiente para determinar tiempos de elaboración. Influyen muchas cosas: determinación, intuición, propósito, experiencia y capacidad de conceptualización. Por supuesto que todo esto no necesariamente es una labor de índole manual, pero cuando hablamos de habilidades manuales se sobre entiende esta cualidad integral entre el pensamiento, el ojo, la mano y el instrumento. La importancia de las habilidades manuales en las Artes Visuales radica en ello, en reconocer una conciencia estética, una intención expresiva, una solvencia técnica y una elocuencia formal suficiente. En otras palabras, una plástica explícita.

     En mi caso, las actividades manuales sucedieron en un principio por dos aspectos coincidentes: un interés y gusto personales, así como un entorno propicio. De este último, fundamental fue la enseñanza familiar en el uso de herramientas básicas: martillo, taladro, desarmador, cutter, espátula y demás instrumentos para la construcción y reparación de enseres caseros. No tuve problema para intervenir bajo asesoría de mis hermanos mayores y por libre intuición en la preparación de yeso, cal o cemento para el resane de paredes; en el corte y lijado de madera para la corrección y diseño de muebles (recuerdo una constante inquietud en modificar los libreros de la casa para adecuar espacios a los libros y objetos de ornamentación); y por supuesto en la habilidad que se requiere para utilizar herramientas en labores de plomería, pintura o carpintería. No digo por  supuesto que tales inquietudes en las mencionadas labores me hicieron plomero, carpintero, albañil, pintor o plomero, pero sí fueron determinantes para construir en mi infancia una disposición insistente para resolver situaciones que requerían de las manos y para sensibilizar el intelecto para lo que realmente me importaba: las Artes Visuales. Con la habilidad manual se sustenta una habilidad de tipo intelectual, que ha dado en denominarse como psicomotriz o de sensibilización.

     Sobre cómo aprendí a dibujar, no puedo precisar un momento en particular. Como todos los niños, aprendí de muy pequeño a dibujar escribiendo, rellenando con color dibujos a línea pre-hechos y a trazar formas elementales, como las formas geométricas y formas con similitud a ellas, como animales, frutas y objetos de uso cotidiano. Noté a los cinco años un interés y un gozo en el dibujo cuando descubrí cierta facilidad en los resultados, no solamente por su similitud con la realidad visual, sino por un nivel de elocuencia en mis imágenes. La gente a mi alrededor reforzó tal idea y me lo hizo ver directamente: -¿Por qué no nos haces el esquema anatómico en el pizarrón Héctor Raúl?- Decía mi maestra de primaria de tercer año. Con tales resultados, reforzados con la apreciación de compañeros de escuela y de mi familia decidí entonces ser Dibujante; y con esa inquietud manifiesta se despertó casi al mismo tiempo un interés complementario: Cultura Visual. Desde los diez años comencé a ver libros de arte, a asistir a los museos, al cine y a espectáculos de música, teatro y danza. Quedé fascinado, todo eso me "llenaba". La inquietud se convirtió en pasión. En la secundaria tuve la fortuna de ingresar al taller de Artes Plásticas, impartido por el maestro Sergio Carreón Fernández, quien definió y perfiló mi vocación artística. A él le debo no solamente dirigir mis habilidades manuales hacia las artes plásticas, sino la inclusión de un conocimiento plural de modalidades técnicas que requerían de las manos. Con él aprendí dibujo de imitación, dibujo técnico, dibujo a escalas, óleo sobre vidrio, óleo sobre lienzo, arte plumario, teoría del color, esgrafiado, batik, tipografía, serigrafía, gouache, acrílico, carbón, pastel, grabado en linóleo y algo de carpintería. Tres años en el taller de Artes Plásticas fueron determinantes para lo que hice después. De esa época tengo varios trabajos de dibujo y pintura a los que ya les adjudicaba con plena conciencia lo que ahora se determina como "obra". Con lo aprendido en la escuela secundaria y una persistencia intuitiva en el manejo de herramientas e instrumentos múltiples no tuve duda alguna en profesionalizar mis conocimientos. Entré entonces al Taller  de Grabado en Relieve de Casa del Lago en Chapultepec. Mis clases de Artes Plásticas en secundaria y mis clases sabatinas de grabado consolidaron mis intereses por profundizar mi desarrollo manual. No había estudios profesionales para un joven de 15 años. Entonces entré a la Escuela de Iniciación Artística no 4 del Instituto Nacional de Bellas Artes. El curso duraba tres años. Así, mientras cubría mis estudios de bachillerato en la mañana de 7 a 11 am. tenía toda la tarde para mis cursos de arte en el INBA. Tuve clases de escultura en madera, modelado en barro, cartonería, pintura, dibujo, grabado e historia del arte. Si bien la escuela no abordaba la enseñanza artística de manera profesional, fue fundamental para ampliar mi espectro de técnicas y procesos manuales.

 "¡México vive!" Grafito y gouache sobre cartulina ilustración. 1984.

     Cuando ingresé a la carrera de Artes Visuales en 1990 poseía muchas cosas: un conocimiento básico de historia del arte, plena conciencia de las artes plásticas y visuales como disciplinas artísticas, un conocimiento amplio de materiales y procesos, así como un nivel básico, pero suficiente creo yo, de conceptualización de la imagen y su discurso. Una vez en la licenciatura, el compromiso de trabajo para mí se enfocaba en comprender, asimilar y resolver exigencias en la imagen; que cumplieran los requisitos impuestos  por el ejercicio y a su vez cumplieran con exigencias propias, tanto técnicas como formales y discursivas. En la clase de pintura y educación visual por ejemplo, terminaba el horario a las tres de la tarde pero yo me quedaba hasta las siete u ocho de la noche pintando, dibujando o haciendo los diseños solicitados. Me parecía entonces absurdo ver en mis compañeros una ausencia de todo eso: no había habilidades ni intereses de ningún tipo en la mayoría de ellos; no tenían antecedentes de estudios previos, si al caso algunos de ellos tan sólo manifestaban un gusto por dibujar o pintar, o habían estado en el taller de expresión gráfica de la Preparatoria, pero nada más. Recuerdo perfectamente a uno de mis compañeros, Edgar Valverde (compañero cuyas intenciones de inicio fueron estudiar Diseño Gráfico, pero al no haber lugar lo enviaron a Artes Visuales, carrera que en un inicio pretendía cambiar, pero al final terminó en su totalidad) preguntándome para qué me quedaba "haciendo eso", cuestionando la "función" del arte como si se tratara de tarjetas, volantes o carteles publicitarios.

     En otras disciplinas que también implican un compromiso manual, como por ejemplo la música, la persistencia en la práctica es fundamental. Pero en las artes visuales se soslaya con pretextos de todo tipo, en donde la técnica, los materiales y la formalidad que implican su aplicación en resultados concretos y elocuentes poco o nada importa. La simple ocurrencia, la banalidad  y la simple pretensión no tienen porqué ser requisitos en la obra artística.

     Ahora como profesor me incomoda ver una falta de compromiso integral. De la habilidad manual requerida mejor ni hablamos. Como habilidades manuales no debemos referirnos solamente al dibujo, sino a cualquier acción en donde las manos son un reflejo de control corporal y mental: cortar, pegar, lijar, clavar, doblar, plegar, trazar, calar, calcar, rellenar, hacer coincidir, etc. y del empleo básico de instrumentos de precisión, solvencia, limpieza y presentación: manejo de escuadras, compás, lápiz, pincel, brocha, regla, flexómetro, martillo, plegadera, resistol, tijeras, etc. Una modificación a los planes de estudio de las escuelas de arte y diseño no es suficiente, pero sería un buen comienzo para trazar directrices más exigentes en los estudiantes. El ámbito laboral-profesional es otro cantar, pues pese a que es quien dicta cómo y para qué se hacen las cosas, no significa de ninguna manera que tenga la razón y que "contamine" la formación básica o académica con el argumento: "es que así es como se hacen las cosas afuera" o "es lo que predomina" o "es lo que está de moda" o "así se hace en el extranjero"...