viernes, 10 de junio de 2011

EL GRABADO AL BURIL O TALLA DULCE.

El primer acercamiento al grabado lo tuve en 1984, en una visita que hice con mi hermano al Museo Nacional de Arte y posteriormente al recién abierto Museo Nacional de la Estampa. Por supuesto la inclusión a mi cultura visual implicó el conocimento de los grandes grabadores mexicanos: Posada, Leopoldo Méndez, Díaz de León,Gabriel Fernández Ledezma, etc. Luego, recién publicó Hugo Covantes "El grabado mexicano en el siglo XX", siendo para mi un primer referente sobre la historia y el registro de la gráfica en México, complementó la información necesaria para mi inventario sobre estampa. Los primeros rudimentos técnicos en grabado los recibí en la escuela secundaria, con el maestro de artes plásticas Sergio Fernández, personaje pulcro en su persona y en su enseñanza. Con él hice un ejercicio de grabado en linóleo. Copié una imagen de Erasto Cortés Juárez, del que imprimí tan solo tres ejemplares. Con la inquietud a cuestas ingresé al taller de grabado en relieve de Casa del Lago en el Bosque de Chapultepec. Se impartía todos los sábados en las mañanas. Unas cuantas clases las recibí de Marco Antonio Albarrán y después permanentemente de Ricardo Morales López, quien me inspiró a estudiar posteriormente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. De él específicamente aprendí que el grabado es un oficio que requiere disciplina y constancia; se molestó en enseñarme los tipos de soportes para talla en relieve, los tipos de herramientas y variantes de impresión. El taller contaba con dos pequeños tórculos y una prensa plana, suficientes para elaborar múltiples ejercicios de impresión, tenía además un breve archivero para llevar el registro de copias de taller y un tendedero para el secado de las impresiones. Ricardo complementaba sus clases con ejemplos visuales en libros y en impresos que llevaba de su archivo personal. Ahí descubrí los grabados de Durero, Bruegel y Gustavo Doré, todos ellos al buril. Quedé fascinado con el lenguaje gráfico de la técnica. Me parecía atractiva por su precisión, su delizadeza, su gran capacidad descriptiva de las formas y su exigente construcción geométrica. Ambicioné sobremanera ser burilista y me di a la tarea de aprender lo más posible sobre la técnica. Me topé con el primer obstáculo: nadie practica buril, es una técnica muerta, implica secretos que nadie conoce... Realmente aprendí a tallar al buril por mi cuenta, casi sin instrucción alguna. Los maestros grabadores que conocía sabían de la técnica por referentes pero nunca lo habían practicado, sabían de antemano que implicaba una habilidad manual y de dibujo que no poseían. Mis primeras tallas fueron en madera de pie y luego experimenté en metal. Utilicé aluminio, cobre, latón y zinc, buscando en cada material un resultado comparativo y una mejor solvencia en el discurso lineal. Otro obstáculo, o más bien una cuestión moderna de criterios que debí afrontar, fue la inmediatez en los resultados y la visión que acompaña al estilo, la estética y la apreciación del arte de cada época: Mis compañeros grabadores consideraban un tiempo perdido en aprender y practicar una técnica "académica", que además requería mucho tiempo en la creación de matrices. Sin embargo, en mi proceso de aprendizaje-producción, tuve varios acercamientos a este tipo de criterio: mezcla rechazo, mezcla curiosidad. Acudían al taller a verme "burilear" muchas personas, alumnos, profesores y visitas fortuitas.
     Después de aproximadamente diez años de práctica, probando materiales, investigando manuales, documentandome con imágenes y experimentando con procedimientos y herramientas, pude con cierta veracidad afirmar que era burilista. Los escritos que encontré sobre la técnica me fueron útiles parcialmente porque describían la técnica con detalles incongruentes, eran carentes de ejemplos visuales y utilizaban palabras y materiales raros que no conocía. Creo que lo más conveniente para la descripción de procesos técnicos debe siempre partir de la experiencia personal, de otra manera no es posible entenderlos ni pormenorizarlos. En 1997, para mi tesis de licenciatura, añadí un capítulo a la descripción del grabado al buril, siendo entonces una manera de concretar que lo que había implicado mi proceso de aprendizaje-producción en el buril tenía un sentido para nuestros tiempos y era tan aportativo artísticamente hablando, como cualquier otra técnica de grabado. Sin embargo, el rigor y la disciplina en su aprendizaje dista mucho de aprender aguafuerte o punta seca. Las exigencias son múltiples y de diferente índole, siendo así un compromiso mayor y una reafirmación de las intenciones del artista y de su ideología.
     ¿Se sigue practicando en México el grabado al buril? Para nada. Si acaso Sergio Sarrelangue, quien trabajó para el Banco de México un tiempo como grabador de billetes y modelador de monedas; y Alejandro Alvarado Carreño (hijo del famoso burilista Carlos Alvarado Lang), que conoce bien la técnica y sus secretos. En Catálogos de Bienales y Concursos europeos he visto esporádicamente algunos grabados a la talla dulce, pero nada más. Los grabados de billetes y papel de seguridad son punto y aparte; su intención, si bien no es artística, pondera la técnica en una aplicación de diseño que todavía se practica y mantiene vigencia más por tradición que por otra cosa. Pese a ello, se nota una cada vez menor capacidad gráfica en la solución del dibujo y en la talla: dibujos mal hechos y recursos lineales pobres. El problema creo radica en la falta de rigor técnico por supuesto (esto incluye dibujo, talla y cultura gráfica), en la imnediatez que esperan los grabadores en cualquier técnica, en la ignorancia de los profesores en las academias y talleres de producción, en la conciencia estética (refiriéndome a lo que para cada quien es la estampa y lo que involucra) y a la indefinida inclusión y/o adaptación en las artes visuales y el diseño gráfico de las nuevas tecnologías y el pensamiento que conllevan.

viernes, 3 de junio de 2011

PROYECTOS DE PRODUCCIÓN RECIENTES



PROYECTOS DE PRODUCCIÓN RECIENTES

A finales del mes de Febrero del 2011, me llamó la maestra Teresa Matabuena Peláez (directora del acervo histórico de la Biblioteca Francisco Javier Clavijero de la Universidad Iberoamericana), para invitarme a realizar dos copias facsimilares al buril de dos grabados del siglo XVIII de Arnoldo van Westerhout: un San Francisco de Borja y un San Ignacio de Loyola.
Antes, en 2005, me había encargado una copia de un San Francisco Xavier del mismo autor, de la que entregué 500 ejemplares impresos más la placa de cobre, los contenedores de cada impresión y un sello de lacre. Dos años después me solicitaron la creación de una imagen de la Virgen del Rosario, proyecto del que recopilé todas las imágenes posibles sobre la virgen en cuestión: grabados y pinturas antiguas, esculturas, retablos, exvotos e información documental; lamentablemente, pese a que el proyecto fue aprobado en su primera etapa y que el diseño estaba listo para su transferencia a la placa de cobre y su talla directa al buril, fue echado hacia atrás por el rector de la Universidad. En este nuevo encargo, implica la elaboración de las placas a la talla dulce, la impresión de 750 ejemplares para cada grabado y los contenedores, todo a entregar en el mes de septiembre.
Paralelamente a lo anterior, la Directora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, me encargó la realización de un grabado al buril conmemorativo del Año Internacional de la Veterinaria, a fin de presentarlo en un evento inaugural del Edificio correspondiente al nuevo Hospital de Equinos, mismo del que se terminó su construcción este año. La edición del proyecto consistió en cien ejemplares impresos más la placa de cobre, los contenedores, una camisa para el impreso, una carta de autenticidad que hace las veces también de colofón o ficha técnica, y una síntesis curricular. Su realización implicó la disposición de mes y medio para su entrega total.
Con motivo de la misma celebración, y bajo solicitud de la misma institución y autoridad, tengo la tarea de elaborar un mural que revista el edificio del Hospital de Equinos, mismo que me fue requerido desde el año pasado y pretende concretarse al nivel de boceto y maqueta a comienzos del mes de agosto, para comenzarse durante el año 2012. El proyecto es ambicioso por la monumentalidad del muro disponible: 750 metros cuadrados, por la complejidad en su realización, la adecuación a las características del edificio, su orientación, la técnica, organización requerida y presupuesto. Desde que fui estudiante esperé con ansias una oportunidad de esa naturaleza e importancia. El viento sopla a mi favor: la confianza de la directora en mi persona y en mis capacidades como artista, la disposición para con cierta soltura en el presupuesto requerido, el apoyo del Responsable del Hospital de Equinos: el Dr. Jesús Valdés Miranda, quien por cierto proyectó desde las primeras pláticas la misma emoción y entusiasmo que yo, y por supuesto la disposición de un espacio para pintura mural; congruencia con lo que planteé en el Plan de Desarrollo de la Directora de la Facultad: disponer de espacios para pintura y escultura como en Ciudad Universitaria. La técnica de elaboración será mosaico de piedras o de vidrio, en razón de la perdurabilidad que requiere un mural a la intemperie. La experiencia en el ejercicio de la pintura, los conocimientos sobre técnica de los materiales, la documentación disponible sobre los procesos de construcción de mural en mosaico en la Biblioteca Central por Juan O ‘Gorman y en Rectoría por Siqueiros, así como el ímpetu que merece la experimentación en todo proyecto monumental, son en primera instancia los correctos para su consecuente seguimiento.
En otras lides, tengo dos exposiciones colectivas en puerta: una de profesores de artes y diseño en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en el mes de agosto o septiembre, en donde participaré con dos obras; y otra en la Sala de Exposiciones de Extensión Universitaria de la FES-Cuautitlán de dibujo y gráfica, participando con el maestro Marco Sandoval, a donde incluiré alrededor de 25 piezas de varias épocas de realización.
Por otro lado, e insistiendo en mantener vigencia como productor artístico, intentaré ingresar por tercera ocasión en el Sistema Nacional de Creadores de Arte con un proyecto de gráfica sobre las condiciones, organización y modos de vida del hombre moderno, que de alguna manera ya había comenzado a trabajar desde el año 2009 con una serie de hombres de negocios, libros de artista y algunos polípticos.