PARTE 1
La gente es el coloquio.
Los encuentros formales y fortuitos generan perspectivas de apreciación. Ningún coloquio se escapa a las apreciaciones de sus miembros y participantes, ya sea como expositores o asistentes. La formalidad antecede la sinceridad, por eso no se discurren los intercambios, se frenan.
Cuando la discusión nace en las preguntas y los cuestionamientos, la dialéctica sucede. Pero un hálito de orgullo siempre la hace parecer agresiva y no falta quien interviene y la detiene, como referi, buscando reconciliar. Cuando se busca la reconciliación se renuncia a la discusión. Y cuando se reconcilia no hay conocimiento, hay pasión. La reconciliación busca satisfacer las susceptibilidades; no hay razón, hay pretensión. La razón aquí no es argumentación, es desapego. La susceptibilidad es la antítesis del diálogo y el conocimiento.
PARTE 2
Cursos light: academia light
Como ayudas, asesorías, rellenos curriculares y buenas intenciones, los cursos, congresos, coloquios y libros hechos en escuelas y universidades públicas y privadas avalan propuestas elementales o estériles. Sus nombres son consecuentes de temas de moda: igualdad de género, lenguaje inclusivo, feminismo, perspectiva de género, identidad, sustentabilidad, diversidad e inteligencia artificial. Todo ello enmarcado con letras doradas de "buenas prácticas" , "importancias" suscritas y "afanes" artificiales.
PARTE 3
La anteposicion del yo.
El conocimiento real no contiene en sí mismo aranceles del yo, sino un homenaje al alud de conecciones entre lo que es el mundo, lo desconocido y una minúscula visión, que en el investigador es notoria cuando es clara y a la vez, discurre su asombro por lo inalcanzable, por lo que no se puede saber. Si no es así será tan sólo la mirada fija en el ombligo.
PARTE 4
Matusalem de ayer y de hoy.
Nada ha cambiado. La historia no discrimina, recoge todo y es ahí también en donde el valor que otorga el sentido al saber se nulifica. No es que la historia comprenda en sí misma una labor insensible o acrítica, es que la testificación y recogimiento de los hechos comprende también una interpretación humana. Así que lo complejo deja de serlo y lo fútil es entonces complejo.
El inteligente no será más el que demuestre nada. Entre los extremos de saber y no saber se han construido apariencias para engañar a los que menos saben, a los tontos. El idiota ahora será sabio porque aunque no sepa nada tendrá inteligencia emocional. Y el condescendiente tan sólo sabrá que lo que conviene a su integridad no tendrá validez espiritual, pero sí material.
Lo que otorga el poder de elección y decisión sobre cualquier cosa no es más producto del saber, sino de la ignorancia y el poder. Así fue y así será.
PARTE 5
Abstencion y participación.
La comunión es una manera de ser en los coloquios, como también lo es la lectura, la escritura y cualquier modo de producción especializada, constante, intermitente y vigente que genere auténtica reflexión.
La abstencion es no hacer comunión, como no leer, no escribir y no producir nada. Como nada es también asistir al coloquio y no estar en espíritu. Como nada es también no leer lo que vale la pena leer. Como nada es también escribir y exponer con objetividad, juicio y sentido de responsabilidad. La incapacidad de establecer viscicitudes con el ejercio del conocimiento es también no hacer nada, aunque se vaya al coloquio, se exponga un tema, se escriba un libro y se obtenga la beca. Nada es participación si no se es consistente.
Como asistente, no todo lo que se expone en un coloquio vale la pena verse. No es el gusto por los temas, es el interés y la asertiva y certera construcción de sí mismo como espectador ¿Para qué ver algo que se sabe o se identifica que no vale la pena verse? Lo que es consistente para otros no tiene porqué serlo para sí mismo y sin embargo existe una línea que debe verse para entenderse ¿Para qué quedarse? ¿Por cortesía? ¿Para satisfacer a los organizadores? ¿Para quedar bien?
PARTE 6
Comodato
La regla se autodelimita. Las partes ética y legal requieren de elementos perceptivos y prácticos, que son también contractuales. Se trata de un recuadro que sintoniza lo que se piensa y se hace en el coloquio. No se habla de él más que para delimitar con mayor ahínco el recuadro, el contenedor de todo. Estar dentro del recuadro es estar de acuerdo con él. Lo que hay dentro es también la idea preestablecida del método científico, de las maneras en que se redactan los textos, se hacen las ponencias, se gestionan los presupuestos, se tramitan las becas, se llenan las solicitudes, se recurre a los favores, se repliegan los reclamos o se establecen las jerarquías. Fuera del recuadro jamás se explora, ya sea por miedo y sobre todo, por incapacidad perceptiva, cosa que por cierto, poco o nada tiene que ver con la razón y el consenso. ¡Eso también es ciencia!
PARTE 7
La investigación
Saber o conocer nunca es ajeno a nadie. Tener que saber es un epíteto de la vida porque sin conocimientos no tendríamos sustancia para ser ni hacer nada. Bajo este entendido, utilizamos nuestro intelecto primitivo en todas las cosas. Hay quienes creen que esto no corresponde a la inteligencia sino a la simple percepción, pero eso es tan sólo una reacción clasificatoria, una tendencia primitiva que tenemos por hacer de todo una ramificación de variedades. Claro que hay cosas que vale la pena saber y otras que no sirven para nada, pero eso no es en términos estrictos a lo que nos dedicamos cuando clasificamos las cosas o cuando las elegimos, sino una manera de evadir la responsabilidad consigo mismo.
Cuando me topé con el concepto de investigación en términos académicos o formales pensé que era tan serio como ridículo, porque si bien sus premisas se basan en el saber, son al mismo tiempo satisfactores sociales que no tienen mayores ambiciones que el reconocimiento, la competencia y el engrosamiento del currículum. Saber más para estas cosas dervirtúa el propósito del conocimiento porque lo reduce a las banalidades de retribución inmediata. La capacidad para saber, ya sea por mera percepción, experiencia o estudio es una cualidad humana; tener que saber con conciencia y libre elección es una responsabilidad sucinta. Si los productos obtenidos de las investigaciones, como libros, ponencias y congresos redundan en la difusión y con ello en la creación de mas conocimiento para sí mismo o para compartirlo, es una tarea humilde y honrosa. Pero el problema son los moldes y sobre todo, cómo y con qué se rellenan.
Como los consensos de la investigación se encuentran socialmente instaurados y posicionados en la academia, es a través de la escuela que se derivan todos aquellos nichos en donde la investigación se define, se especifica, se modula y se autovalora. Las autoridades institucionales definen las calidades de los investigadores si éstos corresponden con las reglas del SNI, no con la validación que por sí mismos suscriben en sus labores.
Siguiendo con las clasificaciones, la experiencia de aprender mediante un ejercicio de hacer algo con la disposición de un método o instrucción y un factor de repetición y corrección, se llama práctica. Contrario a esto, la teoría deriva en un aprendizaje cuando se ponen en contraposicion o en relación factores reflexivos, independientes hasta cierto punto de su aplicación.
Pero la práctica se nutre de la teoría y la teoría se debe corroborar con práctica. Los elefantes blancos de la investigación son tótems que se idolatran con estructuras bien establecidas de razón y proposición, pero que no incluyen a la corroboracion; como se idolatran también con ánimos y enjundias colectivas los éxitos parciales y definitorios, aunque éstos sean estatuas de miga y mentiras.
Una colega expuso una vez su incomodidad por los requisitos para una beca del SNI por el número de papeles y lo complejo de la tramitologia. Le dije que lo engorroso de todo eso era un tributo al orden prehecho en que se posiciona en los proyectos, lo que redunda en una falta de respeto para el investigador. Molesta, defendió los tramites y me dijo que así son las cosas y debemos cumplir con la regla.
El que enseña necesita de ambos (del trámite reglamentario y de la buena fe) para demostrar lo que sabe y cómo ha hecho él mismo con ese saber un cúmulo de corroboraciones. Ser y no ser parte de un sistema en las investigaciones es la necesidad de estar y ser ajeno a la vez, para satisfacción propia y colectiva.
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