MEMORIAS DEL CAPITEL
GRABADO, DIBUJO, PINTURA E ILUSTRACIÓN
-HÉCTOR MORALES-
-HÉCTOR MORALES-
132 OBRAS DE 1984 A 2015
Centro Cultural Mexiquense Bicentenario
Octubre 2016-Enero 2017
En el año 2013, como resultado de una conferencia que impartí con motivo del 100 aniversario luctuoso de José Guadalupe Posada en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario de Texcoco, me invitaron a presentar una exposición individual en el área de museos. Tal invitación se mantuvo latente durante tres años.
En una superficie cuadrada de poco más de 350 metros cuadrados se presentaron 132 obras que fluctúan entre dibujos, bocetos, grabados, ilustraciones, pinturas y proyectos. Tal pluralidad de medios responde a una iniciativa personal de exhibir el trabajo retrospectivo de 31 años de plástica: 1984 a 2015. El título de la exposición hace alusión a una serie de grabados y dibujos hechos bajo el auspicio del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de México en 2014, en donde la columna y la figura humana fungen como ejes simbólicos recurrentes y en donde el remanente poético funciona como interlocutor narrativo.
En la exhibición se muestran trabajos propios de la práctica, el error, el acierto, el intento, la adaptación estilística y expresiva propia de contextos disímiles y circunstancias específicas. En los procesos de las obras es posible identificar una evolución, una inquietud y una necesidad perpetuas; y si bien el periodo de aprendizaje es inexorablemente identificable, es precisamente ahí en donde el carácter de la obra en su conjunto define las necesidades cambiantes de las obras y de los procesos con que fueron hechas.
El aspecto técnico que resalta en las obras por su recurrencia es el grabado, concretamente a la talla dulce o al buril, técnica olvidada tanto por las escuelas como por los productores gráficos de todo el mundo. En esos grabados puede apreciarse la insistencia o más bien la terquedad (producto de un interés por la formación disciplinaria que sólo otorga el dibujo y la técnica), por ensalzar el aspecto propio del oficio. La relación de la técnica con un periodo de apogeo concreto (siglos XV al XVIII), no representa por sí misma, con sus materiales, autores, obras, estilos y circunstancias históricas, un interés per se; tampoco es la demostración parafernalia del virtuosismo (pese a que es la técnica de aprendizaje y dominación más exigente en el grabado). Es la identificación con la misma en sus cualidades gráficas intrínsecas y su insustituible "forma expresiva" lo que me motiva a ejecutarla. Los tiempos de ejecución de cada grabado al buril son en mucho, mayores a una punta seca o un aguafuerte, pero no tengo prisa; si el grabado merece meses o años tallarse, entonces que así sea. Importa más la calidad que el número.
Las obras propias del ámbito ilustrativo son en su mayoría los originales que fungieron como tales para su posterior adaptación editorial y consiguiente publicación. No me interesa encasillar a la ilustración como una disciplina propia del diseño gráfico ni a ésta como una distinta de las artes plásticas, pues los valores que distinguen o hacen coincidir al diseño y a las artes visuales van más allá de una pugna gremial sin precedentes. En las ilustraciones predomina el grabado en relieve, concretamente en linóleo a la plancha perdida; esto se debe a la practicidad y eficacia dados los tiempos de ejecución, que son siempre ajustados.
La presencia de bocetos o proyectos en dibujo se debe a un interés particular en que la muestra se muestre a sí misma, es decir, que al no pretender mostrar lo "correcto y terminado" se muestre sin tapujos lo que es como es, y así, el proceso se desnude. No en todos las obras le antecede un boceto o proyecto, pues muchas de ellas fueron realizadas directamente, sobre todo los dibujos a tinta y algunas pinturas, y eso muestra también que las intenciones y las necesidades en cada circunstancia merecen actitudes distintas. Así, el dibujo es un medio de acercamiento e introspección al grabado, la ilustración o la pintura, pero también es un fin en sí mismo, como las obras terminadas son desde una perspectiva oblicua, un ensayo también de otras que les subsiguieron.
La prevalencia gráfica en mi obra me hacen más grabador que cualquier otra cosa, sin embargo la pintura nunca ha dejado de apasionarme y recurro a ella esporádicamente. Conozco bien todos los vericuetos de la técnica pictórica (no en balde las enseñanzas de mi maestro Luis Nishizawa), y desboco en ella lo que no cabe en la gráfica. Predomina el temple de yema de huevo con resina damar simplemente por la interlocución entre los materiales, el proceso y el discurso pretendido. La pintura al temple, al igual que el grabado al buril, posee un hálito de sabiduría que los liga: la imperecedera razón de sus materiales/herramientas, la dificultad manual propia del "estamento artesanal" y la belleza intrínseca en su tratamiento, insustituible y vanagloriada por los pintores primitivos italianos, flamencos y alemanes renacentistas, quienes inventaron y definieron la técnica de la pintura occidental.
En los dibujos existen dos categorías (tan sólo para diferenciar e identificar): dibujos de estudio o "acabados" y dibujos directos o de "primera mano". La mano que traza con meticulosidad y sutileza la anatomía en el dibujo posee un rigor que no es el mismo que la mano que traza con síntesis y decisión absoluta. Uno no es mejor que otro, ni uno es más complejo que otro. La distinción entre ambos dibujos radica, además de sus aspectos materiales y formales, en su carácter expresivo. El ánimo del tema, la sensibilidad del dibujante y sus facultades dibujísticas representan categóricamente, de lo que es capaz en ambas esferas.
La muestra presenta por tramos una secuencia cronológica y en otros tantos un orden técnico y temático, cosa que permite al final del recorrido cerrar un círculo o ligar el principio con el final de una espiral evolutiva.
En la exhibición se muestran trabajos propios de la práctica, el error, el acierto, el intento, la adaptación estilística y expresiva propia de contextos disímiles y circunstancias específicas. En los procesos de las obras es posible identificar una evolución, una inquietud y una necesidad perpetuas; y si bien el periodo de aprendizaje es inexorablemente identificable, es precisamente ahí en donde el carácter de la obra en su conjunto define las necesidades cambiantes de las obras y de los procesos con que fueron hechas.
El aspecto técnico que resalta en las obras por su recurrencia es el grabado, concretamente a la talla dulce o al buril, técnica olvidada tanto por las escuelas como por los productores gráficos de todo el mundo. En esos grabados puede apreciarse la insistencia o más bien la terquedad (producto de un interés por la formación disciplinaria que sólo otorga el dibujo y la técnica), por ensalzar el aspecto propio del oficio. La relación de la técnica con un periodo de apogeo concreto (siglos XV al XVIII), no representa por sí misma, con sus materiales, autores, obras, estilos y circunstancias históricas, un interés per se; tampoco es la demostración parafernalia del virtuosismo (pese a que es la técnica de aprendizaje y dominación más exigente en el grabado). Es la identificación con la misma en sus cualidades gráficas intrínsecas y su insustituible "forma expresiva" lo que me motiva a ejecutarla. Los tiempos de ejecución de cada grabado al buril son en mucho, mayores a una punta seca o un aguafuerte, pero no tengo prisa; si el grabado merece meses o años tallarse, entonces que así sea. Importa más la calidad que el número.
El tiempo de elaboración de un grabado al buril depende de su tamaño, nivel descriptivo y compositivo, pues parte del proceso se implica en el dibujo y su transferencia a la plancha; el tallado propiamente dicho con el buril en este ejemplo requirió a razón de un mes con sesiones diarias de tres a cuatro horas (cada línea se traza a mano, sin instrumentos de apoyo). No pueden ser más de cinco horas diarias pues el daño ocular y articular en manos, espalda y cuello es constante y tolerable en tiempos reducidos.
Las obras propias del ámbito ilustrativo son en su mayoría los originales que fungieron como tales para su posterior adaptación editorial y consiguiente publicación. No me interesa encasillar a la ilustración como una disciplina propia del diseño gráfico ni a ésta como una distinta de las artes plásticas, pues los valores que distinguen o hacen coincidir al diseño y a las artes visuales van más allá de una pugna gremial sin precedentes. En las ilustraciones predomina el grabado en relieve, concretamente en linóleo a la plancha perdida; esto se debe a la practicidad y eficacia dados los tiempos de ejecución, que son siempre ajustados.
"La fiesta cortesana" Grabado al aguafuerte al barniz blando en zinc. Del libro "Para servir a dios y al rey: la música novohispana en el siglo XVI, de Ediciones Castillo (2005). La idea original planteaba las ilustraciones grabadas al buril y en el tamaño original proyectado en el libro a manera de desplegados. Los tiempos y el presupuesto no lo permitieron.
La presencia de bocetos o proyectos en dibujo se debe a un interés particular en que la muestra se muestre a sí misma, es decir, que al no pretender mostrar lo "correcto y terminado" se muestre sin tapujos lo que es como es, y así, el proceso se desnude. No en todos las obras le antecede un boceto o proyecto, pues muchas de ellas fueron realizadas directamente, sobre todo los dibujos a tinta y algunas pinturas, y eso muestra también que las intenciones y las necesidades en cada circunstancia merecen actitudes distintas. Así, el dibujo es un medio de acercamiento e introspección al grabado, la ilustración o la pintura, pero también es un fin en sí mismo, como las obras terminadas son desde una perspectiva oblicua, un ensayo también de otras que les subsiguieron.
Boceto para grabado ejecutivo para Concretos APASCO, 1999. La labor exhaustiva del dibujo como boceto no solamente cumple su función definitoria de la composición que después será ejecutada en grabado o pintura; funciona en el caso de proyectos por encargo como comprobante o aval que garantiza para el "cliente" una satisfacción parcial que permite entonces su ejecución. En este boceto, hice varios apuntes de dibujo y tomas fotográficas de una planta cementera en la zona norte de la Ciudad de México; que luego se definieron con detalle minucioso en el proyecto. La imagen se grabó al buril en cobre en un tiempo estimado de mes y medio, con una edición de 500 ejemplares.
La prevalencia gráfica en mi obra me hacen más grabador que cualquier otra cosa, sin embargo la pintura nunca ha dejado de apasionarme y recurro a ella esporádicamente. Conozco bien todos los vericuetos de la técnica pictórica (no en balde las enseñanzas de mi maestro Luis Nishizawa), y desboco en ella lo que no cabe en la gráfica. Predomina el temple de yema de huevo con resina damar simplemente por la interlocución entre los materiales, el proceso y el discurso pretendido. La pintura al temple, al igual que el grabado al buril, posee un hálito de sabiduría que los liga: la imperecedera razón de sus materiales/herramientas, la dificultad manual propia del "estamento artesanal" y la belleza intrínseca en su tratamiento, insustituible y vanagloriada por los pintores primitivos italianos, flamencos y alemanes renacentistas, quienes inventaron y definieron la técnica de la pintura occidental.
"Aimento para eruditos" (detalle). Temple de yema de huevo, pigmento y óleo sobre tela sobre madera. 2007. 110 x 90cm. La manera original de pintar al temple exige la superposición de capas finas de color o veladuras, con una pincelada sutil e intransigente. El orden de aplicación de los colores, la carga suficiente de materia en el pincel, la dirección y orden del trazo, así como la transparencia de cada capa son, en conjunción con el ánimo del pintor, requisitos inherentes para pintar al temple.
En los dibujos existen dos categorías (tan sólo para diferenciar e identificar): dibujos de estudio o "acabados" y dibujos directos o de "primera mano". La mano que traza con meticulosidad y sutileza la anatomía en el dibujo posee un rigor que no es el mismo que la mano que traza con síntesis y decisión absoluta. Uno no es mejor que otro, ni uno es más complejo que otro. La distinción entre ambos dibujos radica, además de sus aspectos materiales y formales, en su carácter expresivo. El ánimo del tema, la sensibilidad del dibujante y sus facultades dibujísticas representan categóricamente, de lo que es capaz en ambas esferas.
"Despertar en el sueño". Carbón, gouache y tinta sobre papel. 85 x 55cm. 1994.
"El espejo roto". 2014. Tinta sobre papel. 86 x 62cm. 2014.
La muestra presenta por tramos una secuencia cronológica y en otros tantos un orden técnico y temático, cosa que permite al final del recorrido cerrar un círculo o ligar el principio con el final de una espiral evolutiva.
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