EL GRABADO MEXICANO COMO MINUCIA DE BAZAR ANTIGUO
Producto de una sobre-población general resulta por obviedad una sobre-población artística. La planilla estudiantil en las escuelas de arte, comparadas con la de los años ochenta y noventa se han multiplicado en un 60%. Los artistas con formación no profesional, digamos los que resultan de estudios en Casas de Cultura, Escuelas de Iniciación Artística, talleres libres de Centros Culturales y talleres en donde comienzan como ayudantes y luego logran su independencia, se añaden al espectro. Podemos considerar también la inquietud por la producción artística en estudiantes cuya formación se deriva de disciplinas un tanto afines con las artes visuales, como diseñadores, arquitectos y artesanos; así como gente que nunca había grabado (como pintores, diseñadores y escultores) y que incursiona en la gráfica por su aprovechamiento mercantil y multireproducible. Tal pluralidad, diversidad y número han consagrado un interés en mucha gente por la producción gráfica. Y es que el entorno y las condiciones condescendientes con ciertas facilidades en donde las facultades, conocimientos y habilidades importan poco, también lo alimentan.
En el caso concreto del grabado, en donde la falta de jerarquía (que se mantiene latente frente a la pintura, la escultura y neciamente frente a formas de producción denominadas como alternativas o emergentes), corresponde al lugar que los mismos artistas gráficos le otorgan y le permiten, se evidencia un tipo de condescendencia e indefinición con su propia validez. Se habla hasta el cansancio de una sólida tradición del grabado nacional y se citan con ello una y otra vez a la gráfica de fines del siglo XIX, a José Guadalupe Posada, a Leopoldo Méndez, al taller de Gráfica Popular, etc., pero no se respalda con el trabajo propio. Resulta de esto una forma de identidad tan sólo útil cuando se requiere, con una morfología indefinida y por ende, poco sólida, apadrinada por el individualismo y por un colectivismo ajeno a una forma y función concretas y elocuentes con las circunstancias históricas y sociales actuales.
Variantes de solvencia, apreciación y posicionamiento vive el grabado actual. Se mantienen vigentes las soluciones meramente formales, sin un contenido sustancioso ni atento a nuestra realidad histórica; se siguen notando estas preferencias en el grabado por sus cualidades (superficiales) técnicas y de materiales (que se sobreponen al "oficio de carpintería", como decía Arreola de la literatura), rudimentos curiosos propios de un bazar antiguo, con tendencias de valoración esquemática. Un exacerbado número de gente y en crecimiento que graba, más talleres de gráfica de todo tipo, tórculos por doquier, experimentaciones a locas con materiales y construcciones (llamadas "alternativas", híbridas, conceptuales, gráfica modular, digital, transportable, colectiva, objetual, en módulos, en polípticos, en instalaciones, etc.); un constante desinterés y miedo por el ejercicio de la crítica, sobre todo en cuanto a contenidos (por una especie de "respeto", que más bien es miedo). Las charlas entre grabadores y en las clases lindan en cuestiones del uso de la técnica y justificaciones de moda relacionadas con la experimentación. Del dibujo, soporte inherente al grabado, ni decirlo: enclenque, disfrazado o más bien sobrepuesto por la "magia del grabado", que "lo resuelve todo de alguna manera" en el resultado impreso que, aunque mal dibujado o con una composición desastrosa, no deja de ser "fabuloso" en el papel. A esta situación se añaden concepciones generales que no distinguen entre lo que es un grabado y otras formas de estampación, en donde el dibujo, la talla o el mordido de la placa en dado caso, no existe o pasa a segundo término, dejando paso a una acentuación en las labores de impresión y no en el grabado de la plancha. Qué decir de los chiné collés, "intervenciones" a posteriori del impreso, collages, coloraciones, adecuaciones digitales, transferencias y mezcolanzas técnicas, sin un trabajo real en la placa, adornadas por el color, las texturas, los gofrados, las aplicaciones fotográficas de todo tipo o por el uso de materiales exclusivos y sobre valoración de recursos formales. De colegas grabadores escucho constantemente justificaciones similares:
En el caso concreto del grabado, en donde la falta de jerarquía (que se mantiene latente frente a la pintura, la escultura y neciamente frente a formas de producción denominadas como alternativas o emergentes), corresponde al lugar que los mismos artistas gráficos le otorgan y le permiten, se evidencia un tipo de condescendencia e indefinición con su propia validez. Se habla hasta el cansancio de una sólida tradición del grabado nacional y se citan con ello una y otra vez a la gráfica de fines del siglo XIX, a José Guadalupe Posada, a Leopoldo Méndez, al taller de Gráfica Popular, etc., pero no se respalda con el trabajo propio. Resulta de esto una forma de identidad tan sólo útil cuando se requiere, con una morfología indefinida y por ende, poco sólida, apadrinada por el individualismo y por un colectivismo ajeno a una forma y función concretas y elocuentes con las circunstancias históricas y sociales actuales.
Variantes de solvencia, apreciación y posicionamiento vive el grabado actual. Se mantienen vigentes las soluciones meramente formales, sin un contenido sustancioso ni atento a nuestra realidad histórica; se siguen notando estas preferencias en el grabado por sus cualidades (superficiales) técnicas y de materiales (que se sobreponen al "oficio de carpintería", como decía Arreola de la literatura), rudimentos curiosos propios de un bazar antiguo, con tendencias de valoración esquemática. Un exacerbado número de gente y en crecimiento que graba, más talleres de gráfica de todo tipo, tórculos por doquier, experimentaciones a locas con materiales y construcciones (llamadas "alternativas", híbridas, conceptuales, gráfica modular, digital, transportable, colectiva, objetual, en módulos, en polípticos, en instalaciones, etc.); un constante desinterés y miedo por el ejercicio de la crítica, sobre todo en cuanto a contenidos (por una especie de "respeto", que más bien es miedo). Las charlas entre grabadores y en las clases lindan en cuestiones del uso de la técnica y justificaciones de moda relacionadas con la experimentación. Del dibujo, soporte inherente al grabado, ni decirlo: enclenque, disfrazado o más bien sobrepuesto por la "magia del grabado", que "lo resuelve todo de alguna manera" en el resultado impreso que, aunque mal dibujado o con una composición desastrosa, no deja de ser "fabuloso" en el papel. A esta situación se añaden concepciones generales que no distinguen entre lo que es un grabado y otras formas de estampación, en donde el dibujo, la talla o el mordido de la placa en dado caso, no existe o pasa a segundo término, dejando paso a una acentuación en las labores de impresión y no en el grabado de la plancha. Qué decir de los chiné collés, "intervenciones" a posteriori del impreso, collages, coloraciones, adecuaciones digitales, transferencias y mezcolanzas técnicas, sin un trabajo real en la placa, adornadas por el color, las texturas, los gofrados, las aplicaciones fotográficas de todo tipo o por el uso de materiales exclusivos y sobre valoración de recursos formales. De colegas grabadores escucho constantemente justificaciones similares:
- Es que tiene hoja de plata o de oro, tiene composición áurea, la intervine con esto o aquello, mide diez metrotes, es un libro de artista, está basado en el poema fulano, está impreso en papel japonés, es parte de un proyecto de residencia en tal país, es ecológico, etc. - Tales menciones no hacen más que convertir al grabado en un campo elitista con argumentos elitistas. Más gente que graba, más talleres de gráfica y más recursos técnicos con qué hacer estampa son desde luego bienvenidos, pero la responsabilidad de todo eso es lo que lamentablemente permite o justifica carencias de dibujo, de contenido y de compromiso con la disciplina. Hay gente que practica la misma técnica y hace las mismas imágenes desde hace años (cosa criticable o discutible en cada caso, pues en algunos la seguridad o confort que les otorga el mercado es síntoma de éxito, más, si viene acompañado del aplauso del ignorante o del primerizo. En otros no es tanto el riesgo comercial ni el éxito mediático, sino la comodidad que otorga el mínimo esfuerzo: técnico, formal y conceptual. Y por último los temas que tratan: sin argumentos ni documentaciones apropiadas; o bien argumentados y documentados pero totalmente ajenos a nuestro tiempo y circunstancias), pero es evidente que el grabado ha perdido su verosimilitud como instrumento expresivo y comunicador de un momento histórico-social; no digo que tenga que ser así, pero la indefinición de un lenguaje claro y expedito sobre lo que se graba y cómo se graba es lo que pongo en entredicho; porque se notan intenciones meramente técnicas, ensalsadas con argumentos propios de la moda (siguen los clichés del folklorismo mexicano, de la herencia prehispánica, de íconos populares o populacheros y formas "reverenciales"); porque no se comprometen los contenidos, se evaden con la copia o apropiación de grabados antiguos, con imágenes y tipografías icónicas, sabrosas visualmente, con títulos o inclusiones de palabras en latín o en otros idiomas, para que se aprecie "un todo" supuestamente interesante, bello, impactante, disfrutable a la vista, disfrutable por su indefición de lenguaje...
La adecuación de las técnicas tradicionales y los nuevos recursos de estampación en la gráfica, ha venido no sólo a generar nuevas soluciones, sino a revolucionar lo que entendemos como gráfica, como estampa, como impreso y como grabado. La relación de la estampa con el diseño gráfico, la ilustración, los libros y otras formas de producción integrales no termina de definirse, antes al contrario, genera más dudas no sólo sobre su denominación, sino sobre el sentido y validez de lo producido. El compromiso técnico en el aprendizaje y dominio del grabado, sus antecedentes históricos, su situación jerárquica frente a otras disciplinas artísticas, la inclusión de nuevos recursos materiales y procesales, la oleada de estilos y formas de valorar a la gráfica, la generación espontánea de grupos o "colectivos" gráficos, el número exacerbado de talleres y de gente que hace grabado, así como una ramificación y diversidad indefinida de contenidos de todo tipo, son los aspectos que deben tomarse en cuenta para entender la situación del grabado actual en México.
¿Hacia dónde se dirige la producción gráfica? La temporalidad en las artes no es la linealidad histórica de los hechos, aunque tenga puntos de confluencia. Debemos citar a Heráclito para entender lo actual, lo sucedido y lo que deviene como un solo bloque conceptual. Podremos así determinar que el futuro de la estampa es el que vivimos, el que estamos viviendo y el que se construye en el hacer actual y antepasado como el que será en el futuro. La responsabilidad de lo que será el grabado radica en lo que construimos actualmente (en donde todos los grabadores somos responsables) y en los valores que se determinan de sus antecedentes. Si hubiera que responder la pregunta sin estos vericuetos filosóficos, entonces diría que el Grabado se dirige al agregado de un estante de bazar antiguo, de donde salió cuando alguien tuvo el interés de comprarlo por vez primera, porque le pareció curiosito, mono, bonito...
La adecuación de las técnicas tradicionales y los nuevos recursos de estampación en la gráfica, ha venido no sólo a generar nuevas soluciones, sino a revolucionar lo que entendemos como gráfica, como estampa, como impreso y como grabado. La relación de la estampa con el diseño gráfico, la ilustración, los libros y otras formas de producción integrales no termina de definirse, antes al contrario, genera más dudas no sólo sobre su denominación, sino sobre el sentido y validez de lo producido. El compromiso técnico en el aprendizaje y dominio del grabado, sus antecedentes históricos, su situación jerárquica frente a otras disciplinas artísticas, la inclusión de nuevos recursos materiales y procesales, la oleada de estilos y formas de valorar a la gráfica, la generación espontánea de grupos o "colectivos" gráficos, el número exacerbado de talleres y de gente que hace grabado, así como una ramificación y diversidad indefinida de contenidos de todo tipo, son los aspectos que deben tomarse en cuenta para entender la situación del grabado actual en México.
¿Hacia dónde se dirige la producción gráfica? La temporalidad en las artes no es la linealidad histórica de los hechos, aunque tenga puntos de confluencia. Debemos citar a Heráclito para entender lo actual, lo sucedido y lo que deviene como un solo bloque conceptual. Podremos así determinar que el futuro de la estampa es el que vivimos, el que estamos viviendo y el que se construye en el hacer actual y antepasado como el que será en el futuro. La responsabilidad de lo que será el grabado radica en lo que construimos actualmente (en donde todos los grabadores somos responsables) y en los valores que se determinan de sus antecedentes. Si hubiera que responder la pregunta sin estos vericuetos filosóficos, entonces diría que el Grabado se dirige al agregado de un estante de bazar antiguo, de donde salió cuando alguien tuvo el interés de comprarlo por vez primera, porque le pareció curiosito, mono, bonito...
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