“LA DOBLE MIRADA”
SOBRE LA INTENCIÒN DEL PROYECTO CITY GATE Y ALGUNOS ANTECEDENTES
Si bien en México ha sido difícil considerar en el quehacer profesional que las Artes Visuales y el Diseño Gráfico pueden en un momento dado generar ambiguamente para uno o para otro, un producto cuyos valores estéticos y funcionales no son necesariamente entes ajenos, es propiamente cuestión de criterios, en donde la ignorancia y la necia y al mismo tiempo absurda idea del antagonismo, no permiten ni considerar los antecedentes que ambas disciplinas han compartido durante siglos, ni abrir el paso a nuevas propuestas e ideas que en nuestros días son más abiertas aún a la libertad artística y de expresión. Y esto viene a ser tan sólo un breve preludio de lo que es la situación de ambas disciplinas en su realidad inmediata, ya que es perfectamente comprensible que la formación y el contexto que determina el oficio son distintos, pero en México no ha sido aún considerado el carácter que implica relacionar ambas disciplinas no como una sola, sino como un complemento para ambas; ejemplo claro de esto es Vicente Rojo, quien encarna en México la ambigüedad del arte y el diseño: “La memoria de Vicente Rojo es una manera de desdoblar la mirada: de abandonar, por un lado –en una orilla, en un doblez-, la mirada de todos los días y de todas las horas, y, por otro lado –en un pliegue distinto, desconocido para los ojos cotidianos-, de crear el espacio para nuevas experiencias visuales” (1).
SOBRE LA INTENCIÒN DEL PROYECTO CITY GATE Y ALGUNOS ANTECEDENTES
Si bien en México ha sido difícil considerar en el quehacer profesional que las Artes Visuales y el Diseño Gráfico pueden en un momento dado generar ambiguamente para uno o para otro, un producto cuyos valores estéticos y funcionales no son necesariamente entes ajenos, es propiamente cuestión de criterios, en donde la ignorancia y la necia y al mismo tiempo absurda idea del antagonismo, no permiten ni considerar los antecedentes que ambas disciplinas han compartido durante siglos, ni abrir el paso a nuevas propuestas e ideas que en nuestros días son más abiertas aún a la libertad artística y de expresión. Y esto viene a ser tan sólo un breve preludio de lo que es la situación de ambas disciplinas en su realidad inmediata, ya que es perfectamente comprensible que la formación y el contexto que determina el oficio son distintos, pero en México no ha sido aún considerado el carácter que implica relacionar ambas disciplinas no como una sola, sino como un complemento para ambas; ejemplo claro de esto es Vicente Rojo, quien encarna en México la ambigüedad del arte y el diseño: “La memoria de Vicente Rojo es una manera de desdoblar la mirada: de abandonar, por un lado –en una orilla, en un doblez-, la mirada de todos los días y de todas las horas, y, por otro lado –en un pliegue distinto, desconocido para los ojos cotidianos-, de crear el espacio para nuevas experiencias visuales” (1).
Nuestra realidad, ahora más que nunca, es más tangible: se respira; el Arte se nutre del Diseño para llegar a las masas, para explorar sus herramientas, para convertirlas en obra de arte… El Diseño, mientras tanto, matiza su producto, lo decora y estetifica su imagen, lo convierte en un escaparate de minucias… Para el arte, el cartel, la postal, el logotipo y la página Web son instrumentos de trabajo, que reestructuran sus intenciones (siempre artìsticas); para el diseño el espacio mural, el desnudo, la gráfica y el volumen, son instituciones que publicita y reivindica en panfletos, revistas y espectaculares. No existe a ciencia cierta una verdad absoluta sobre la separación de ambas disciplinas, pero existen millones de formas de hacerlas coexistir.
Otro ejemplo de tal simbiosis es la tradición que antecede a la ilustración mexicana, tan sólida y nutrida de ejemplos: Gabriel Fernández Ledesma, Miguel Covarrubias, Carlos Alvarado Lang, Diego Rivera, Alberto Beltrán, Leopoldo Méndez, Francisco Moreno Capdevila, Francisco Díaz de León y muchos más, todos ellos artistas plásticos, en su mayoría grabadores, que encontraron en el medio editorial, el espacio adecuado a su expresión gráfica, y que reconocieron en su momento y afortunadamente, que tal convivencia de las disciplinas siempre genera propuestas innovadoras. Y si bien en la actualidad la ilustración como disciplina no se realiza en su mayoría por artistas sino por diseñadores, caricaturistas, arquitectos y aficionados, sigue siendo una forma que permite expresar y considerar al libro y a la revista como un espacio plástico. La producción de libros y revistas en la actualidad, es para beneplácito de quienes los producen, muy numerosa y constante; y para quienes perseveran en trabajar con medios tradicionales es doblemente reconfortante, porque las nuevas tecnologías no han desplazado a las antiguas y eso habla del valor que se le ha adjudicado a las técnicas y recursos tradicionales, y por ende, a quienes los utilizan; yo mismo me he beneficiado de esto: he realizado algunas ilustraciones promocionales y para libros y revistas con grabado al buril, y la relación con las editoriales, escritores y diseñadores ha sido muy placentera y bien planificada, y los resultados dignifican de alguna manera lo que hago y me permiten explayar, una vez publicados, el valor que aún permanece ( que es insustituible) con toda esta tecnología de por medio.
Y ya que estamos tratando aspectos sobre el libro, podemos reconocer que su producción y manufactura para este caso, son determinantes, ya que el enfoque que enfatiza tal idea sobre la coexistencia entre arte y diseño, la percibo y la pretendo proyectar por medio del libro de artista, básicamente porque nos remiten en un mismo objeto, a caracteres que son comunes a ambas disciplinas; y por otro lado, considerando mi formación como grabador, lo que esto conlleva en la práctica del oficio, así como los caracteres propios de la gráfica en el uso de materiales y procedimientos, así también como los elementos formales de los que se sirve para comunicar sus ideas, que son en todo momento, por tradición, por estética y por la manera de conjugar sus elementos plásticos, comunes a los que el libro utiliza. El libro de artista es para este proyecto, el medio idóneo a mis necesidades expresivas y el objeto artístico y de diseño que se amolda a lo que en mi oficio como grabador, responde a una necesidad exploratoria. Aún cuando no detallo sino más adelante, en otra entrada para este blog, lo que es propiamente el libro de artista, me permito en este espacio y para concluir, citar que “Un otro libro tiene personalidad distinta a la de los otros miembros de la especie. Pero suele estar distante de su modelo original. Sus señas anárquicas principian con las fuerzas que lo generan. Es decir, sus autores” (2).
(1) Huerta, David. La doble memoria de Vicente Rojo, en Vicente Rojo-Diseño Gráfico. CONACULTA-ERA, México, 1990. Pág. 81.
(2) Renàn, Raúl. Los otros libros. Distintas opciones del trabajo editorial. UNAM. México, 1988. Págs. 13-14.
1 comentario:
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