lunes, 1 de marzo de 2021

Platón y Teeteto conversan sobre estar y no estar en una clase virtual.

 Platón y Teeteto conversan sobre estar y no estar en una clase virtual. 



- Platón: ¿No son el derecho y la virtud razones suficientes para promulgar el respeto con la  presencia y la atención?

- Teeteto: Sí maestro. 

- Platón: Entonces, si el respeto implica la presencia y la atención ¿por qué otorgarle un valor a la ausencia, que no es otra cosa que una falta de atención cuando se imparte una clase?

- Teeteto: El argumento es que el alumno tiene derecho a su privacidad y puede, si lo decide, ausentarse.

- Platón: Si para impartir una clase se requiere la atención de los asistentes, tanto de alumnos como de profesores, debemos suponer que la presencia de ambos no es un derecho sino una obligación para que lo tratado y cómo se trata, tenga sentido. Y si la atención implica una forma de presencia por cuanto lo que se trata y se comprende lo requiere, no poner atención es una forma también de no estar presente. Y si estar presente y con atención, además del requisito para el desarrollo de la clase y disertación del tema que se trate, es entonces ser responsable, se debe estar y se debe poner atención. 

- Teeteto: Sí maestro, pero los coordinadores y directores argumentan intercediendo por los alumnos, abogando por su derecho a la ausencia y por ende, a la falta de atención.

- Platón: ¿Los coordinadores y directores dijiste?

- Teeteto: Sí maestro. Y también algunos profesores, que se ausentan con regularidad.

- Platón: ¡Vaya situación! Puedo entender la inquietud de los alumnos por la ausencia. Los jóvenes no tienen, primero, la audacia cognitiva que por la edad otorga la experiencia. Y segundo, la virtud del conocimiento que por asignación tiene el profesor. Pero lo que me preocupa más que los alumnos, que a fin de cuentas pueden moldearse como las vasijas de barro crudo del sabio artesano, son los coordinadores, directores y los profesores. No hay argumentos, sino ignorancia. La presencia del profesor es la presencia del tema y del conocimiento que se imparte. Su ausencia es la ausencia de todo tema y toda clase. La presencia del alumno es el propósito de la herencia. La ausencia del alumno es la incapacidad de la sociedad de ser responsable de la formación de su comunidad. ¿Cómo puede funcionar una clase si alguna de las partes falta en presencia y atención? 

- Teeteto: Maestro, entonces, si la atención es hija de la presencia ¿en donde queda la conciencia? 

- Platón: La conciencia entendida como la capacidad de reflexión y de interacción consigo mismo y con los demás, debiera ser suficiente para sufragar las dolencias de la irresponsabilidad. En los alumnos es un canal de doble vía, porque los jóvenes no han consolidado su camino y deben, bajo condiciones de legalidad y derecho, ser responsables; pero en los coordinadores y profesores es una pifia. Ahora bien, la ausencia puede ser un derecho cuando las condiciones y circunstancias de vida obligan a la persona, sea alumno, profesor o coordinador, a asumir su responsabilidad de ausentarse o de dejar de lado su atención en la clase, para eso el eje rector califica, sea este legal o moral. Pero otorgar el derecho a la ausencia y a la falta de atención no es más que un rescoldo político, un interés económico o una conveniencia de segunda mano. 

- Teeteto: ¿Qué quiere decir con conveniencia de segunda mano maestro? ¿Hay calidades de conveniencia o jerarquías en las conveniencias? 

- Platón: Lo que nos conviene de una clase no es necesariamente el conocimiento o el aprendizaje, como pudiéramos suponer de inicio. 

- Teeteto: Pero maestro, todos pensamos en la conveniencia de tomar una clase para aprender y acrecentar nuestro conocimiento... 

- Platón: Estas hablando por los demás. Las generalidades no funcionan en este caso. Son útiles para forjarnos una idea antepuesta de cómo funciona una clase o para que sirve, pero la virtud de aprender y de enseñar, y de valorar el conocimiento a través de la educación va más allá de las ideas. Te puedo asegurar que muy pocos alumnos, profesores y coordinadores saben bien cuál es la función de las clases. Además de tu comentario sobre la presencia y la falta de atención (con lo que comenzamos esta charla), están las valoraciones. La distinción entre las conveniencias tiene que ver con quién es la persona y lo que le interesa. Si al alumno le interesa la calificación más que el aprendizaje, más el espectáculo que la exigencia, más el grado que el conocimiento o más el estatus que el compromiso; o si al profesor le interesa más el dinero que su formalidad, más el descanso que el sacrificio, o más el escalafón que su ejemplo; o si al director le interesa más la autoridad que coordinar los proyectos, más la promoción que la cordura, o más la política que la academia, tenemos, además de un espectro amplio de conveniencias, faltas administrativas y éticas. Ponte a pensar que al alumno en la clase no sólo se le enseña de aritmética, geometría, teología, dibujo, física o astronomía, también se le enseñan actitudes. Y como actitud me refiero a todo lo que hace del ser, ser alumno, ser profesor, ser director y ser persona. 

- Teeteto: ¿Cuál es entonces la conveniencia ideal? 

- Platón: La que alimenta el espíritu. Es obvio que todos debemos comer, descansar, vestirnos, tener en donde vivir y trabajar. Todos hacemos eso, pero si solo es eso, no sabremos ser seres humanos en su totalidad. La clase nos enseña a honrar a nuestros antepasados, a conocer y asombrarnos del mundo, y sobre todo a aprender a ser responsables, y a sacrificar lo que sea necesario para lograrlo. No hemos dicho jamás que hacer presencia y poner atención en la clase sea sencillo. Debemos invertir tiempo, dinero, materia y pensamiento. Las clases no son gratuitas, debemos poner algo para que tengan sentido. La ausencia per sé no es elocuente, tenga ésta cara de no asistencia o de falta de atención en la clase. El profesor funge como tutor, y debe indicar el camino correcto y no solamente mostrar los referentes del tema que trata. Debe también, sin prevendas ni concensos políticos, exigir un compromiso total en sus alumnos. Y para que la asistencia del alumno valga y tenga sentido, debe solicitar toda la atención posible, en donde el alumno debe mostrar y demostrar que está presente en persona o visualmente y que toda su atención, por respeto y por interés verídico, es real. 

- Teeteto: ¿No debo entonces apagar mi cámara en zoom en clase por derecho maestro? 

- Platón: Como el perro, nos mordemos la cola. Si tú tienes derecho de ausentarte visualmente, tu profesor no sabrá jamás si estás o no estás poniendo atención. Todos ponen en la clase, alumnos y profesores, y todos deben por derecho y obligación, estar presentes y con atención. Si los directores y coordinadores apoyan la moción de ausentarse apagando la cámara, que la apaguen entonces todos, que apaguen el sonido y que las clases se den solas con la ausencia de todos. O todo, o nada. 

     Un poliedro es bello y es perfecto porque tiene todas sus caras ¿correcto? 

- Teeteto: Sí, así es. 

- Platón: Entonces, si un dodecaedro, un icosaedro o un cuboctaedro carece de una de sus caras, deja de ser lo que es, y por ello, ya no es bello ni perfecto. 

- Teeteto: De acuerdo maestro, de acuerdo. 

- Platón: ¿Qué derecho habría en calificar de poliedro al dodecaedro, al icosaedro y al cuboctaedro si le falta una de sus caras?. 

- Teeteto: Ninguno maestro. Sin al menos una de sus caras, ya no serían poliedros, serían formas incompletas. 

- Platón: Exacto. El derecho no da derecho a lo que no lo merece. La geometría nos indica eso muy bien, nos lo exige y no tenemos por qué dudar de eso. No hay jerarquías entre las caras de un poliedro, todas participan equilibradamente de hacer con su presencia, una unidad absoluta. 

- Teeteto: Pero la jerarquía de un profesor no es la misma que la del alumno.

- Platón: Desde luego que no. Pero eso no tiene nada que ver con la presencia y atencion de los asistentes a una clase, y al mismo tiempo tiene que ver. La autoridad legal y moral del profesor es una construcción natural que parte de la autoridad que da la edad y el conocimiento. Sin esta autoridad, el esquema educativo se convierte en una falacia. El ritmo, sentido, modo de ver y entender, dosificar el tiempo, el tipo de lenguaje y ejemplo provienen del profesor. Y para que esto se cumpla se requiere cierta autoridad. En la presencia del profesor ya deben estar incluidas estas cosas. La otra parte que construye la clase la pone el alumno, y es quizá la más importante.

- Teeteto: ¿El "todos ponen" que dijo, no iguala las responsabilidades de profesores y alumnos?

- Platón: La responsabilidad de todos en la clase es además de un asunto formal, un asunto ético. El ejemplo de los poliedros que tratamos se complementa con el observador que los mira. Un poliedro es un volumen y como tal, tiene tres dimensiones. Para que puedas ver todas sus caras debes girarlo o rodearlo. Jamás podrás ver todas sus caras simultáneamente. Si pensamos que cada cara del poliedro es un alumno de una clase y el profesor es el observador que lo gira o lo rodea, podremos entender el papel del alumno. Para que la precisión, uniformidad y correspondencia de cada cara sea perfecta, la presencia y atención del alumno deben ser obligatorias. El movimiento del poliedro le permite al profesor revisar cada una de sus partes e identificar los detalles que le permitan hacer correcciones, pero si falta una cara, el profesor no puede hacer nada, es responsabilidad del alumno. Aquí la autoridad del profesor no tiene nada que ver. Es la capacidad de interiorizar del alumno. 

- Teeteto: ¿Y cómo logra eso el alumno? 

- Platón: Consigo mismo. No hay manera de medir eso con precisión. Lo que hace a las personas, además de lo que aprenden en la escuela, es lo que ven y perciben del mundo y lo que eso forma en sí mismos. Lo de afuera influye en lo de adentro. Cada alumno es también un poliedro, y no hay manera de saber con exactitud lo que hay dentro. Podemos ver sus caras y el tipo de poliedro que es, incluso el material con el que está hecho por fuera y su textura, pero no sabemos bien de su densidad, no sabemos si es hueco o sólido. Generalmente son poliedros sencillos al principio, de pocas caras, de breve tamaño y escaza densidad. Lo indeterminable es la razón o cerrazón que los hace ser como son. La perfección geométrica en este caso, depende de cómo se forma el alumno desde adentro, con la participación de lo de afuera. Es un tipo de presión equitativa o modulada, en la que participan fuerzas internas y externas. 

- Teeteto: ¿Y los poliedros de cristal maestro? 

- Platón: Esos no existen en los alumnos, a menos que estén señalados por los dioses, por el genio. Los cuerpos geométricos de cristal están pulidos a tal extremo que son capaces de reflejar el exterior y permitir ver su interior. Además son muy livianos, su densidad es casi nula. Vemos estos casos en los sabios. Ahí tienes a Sócrates y Euclides, maestros ejemplares, comparables con poliedros de más de veinte caras, con incrustaciones y secciones complejas. 

- Teeteto: Maestro, debo ir a mi clase, lamento mucho interrumpir nuestra charla. 

- Platón: Recuerda que primero, lo importante en una clase es que estés en cuerpo y alma. El cuerpo es tu presencia física o visual; el alma es la atención que pones. Y no importa que el profesor o el coordinador no lo considere, lo importante es que tú te des cuenta.




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