Docto, del latín docere (sabio o el que enseña), del que
a su vez se reconocen varias acepciones como doctrina (enseñanza, ciencia o sabiduría), dócil (el que aprende), doctor (el que posee un conocimiento) y docente
(el que enseña). Debido a lo anterior se ha considerado a los médicos, del
latín medicus, como doctores por ser los poseedores del
conocimiento propio de la ciencia de la salud y el bienestar. Sin embargo y
pese a lo anterior, el término doctor
o doctorado tiene una acepción
académica propia de la jerarquía y rangos que le atañen a los espacios de
estudios profesionales. Así, el doctor
es un académico poseedor del conocimiento especializado, propio de su área o
materia que lo posiciona como un experto en la materia y que, debido a su
formación y preparación, tiene el perfil adecuado a la correcta enseñanza, la
investigación, la crítica y la formulación de nuevos postulados.
El grado de maestro es precedente del grado de doctor y ambos corresponden
a estudios denominados de posgrado.
Del latín post (después) y graduari (graduar), los estudios de
posgrado remiten a estudios posteriores a la obtención del grado de licenciado.
Las definiciones y diferencias entre los tres grados son las siguientes:
GRADO ACADÉMICO
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CARACTERÍSTICAS
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LICENCIATURA
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Contenidos
informativos y comparativos. Exploración sobre algún tema, tópico o que sea
congruente con sus asignaturas. Responde a un tema específico sobre una
situación particular en donde la demostración de un procedimiento, su
metodología de ejecución y su resultado son suficientes.
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MAESTRÍA
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Contenidos que
examinan, cuestionan, comprueban o desaprueban una teoría, postulado o
postura sobre un tema o área específicos. Propone o reafirma un estudio
especial dentro de su disciplina. Reflexiona, critica y desmenuza un tópico
específico.
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DOCTORADO
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Contenidos de
análisis, propuesta y demostración de nuevas teorías. Formula un nuevo
conocimiento, una nueva teoría o un nuevo paradigma; mediante su rescate, posicionamiento,
inclusión y valoración específicas.
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En el perfil del Doctor, además de lo arriba mencionado, se
espera que sea capaz de sistematizar y generar parámetros de conceptualización
a través del estudio de teorías preestablecidas. Uso, aplicación e innovación
de metodologías, así como la facultad de dominio y aplicación de procesos
prácticos; cuestionar lo dicho con antelación y lo que se formula en la
actualidad para la construcción de una crítica certera; poseer los conocimientos
y las habilidades necesarias para la elaboración de proyectos propios de su
disciplina, sean estos a través de la producción o creación o a través de
textos; capaz también de confrontar el entorno disciplinar en la configuración
general y específica de postulados, así como de mantener la llama viva de la
documentación, la actualización y la nutrición a su conocimiento mediante los
recursos que le sean más convenientes o exigentes.
Sobre los elementos complementarios a los estudios de doctorado no está
de más mencionar la importancia de la formación, entendida ésta no solamente
por la que precede de los estudios de licenciatura sino por los estudios de
educación básica y media, así como del entorno vivencial (los caracteres, sutilezas y demás atenuantes en la definición del desarrollo de la persona, entendidos como los que se dan en todos los ámbitos de su vida: un aprendizaje "integral"). Importante también una
elocuencia en la construcción de intenciones objetivas: la correcta
identificación de lo que se pretende y los recursos disponibles para su logro.
Me refiero a la visión particular de la persona, variable por supuesto, pero
consagrada bajo el entendido “no suscrito” de lo que es correcto y lo que no.
Las vías más sobresalientes en las que se estima el trabajo de un doctor
son: la construcción de textos, la participación o creación de proyectos de
investigación con resultados teóricos, críticos o prácticos, la enseñanza, la
creación de grupos de investigación y la interiorización proyectada en su labor de producción individual. Todo esto atenuado por supuesto, a un
nivel de profundidad y calidad suficientes para evocar o hacer aportaciones a
su área de estudio o disciplina. Por eso el doctor es también un creador y no sólo un espectador pasivo.
Un doctor debe ser por consecuencia, un lector ferviente, un redactor
suficiente (que escribe y se expresa bien en el lenguaje hablado y escrito), un crítico
incisivo, un cuestionador olímpico (que pone en tela de juicio todo lo que ve y
percibe a fin de reconocer, apreciar y valorar lo que sabe y lo que cree que es
correcto), una persona en constante renovación (dada su cultura y su inagotable
inquietud de conocimiento), un maestro (que presta su persona al servicio de
otros mediante la enseñanza y el consejo) y una persona humilde que reconoce que sus
verdades no son absolutas y que las aportaciones de otros merecen el respeto,
la crítica y la tolerancia necesarias; no por ello por supuesto es condescendiente a la necedad o la
arbitrariedad absolutas.
La pluralidad, o más bien la variedad de perfiles en personas con el grado de doctor se da por supuesto según la obligatoriedad de la institución que otorga el grado, pero sobre todo según lo que es humanamente permisible; es decir, la obligatoriedad académica es una, quien la ejecuta es otra y lo que resulta de eso otra más. Los tutores de los aspirantes a doctores, pese a la sujeción legislativa, tienen debilidades humanas comunes, tales como la corrupción, el favoritismo y las conveniencias de cualquier índole. Situación que permite entonces hasta cierto punto y bajo circunstancias específicas, que el ideal de doctor o lo que debiera representar no funcione, resultando así en doctores de múltiples categorías y no en una sola, que es la que corresponde con el ideal aspirado.
El Doctorado Honoris Causa, locución latina que significa "por causa de honor", es un grado que otorga la institución por designación y no por los estudios que por tradición requieren. Se le otorga a personalidades que en el campo profesional y sin requerimiento académico ha destacado, mediante su aportación, virtudes y servicios a la humanidad o a un campo específico.
El reconocimiento al doctor es en razón de sus logros académicos y de sus virtudes de conocimientos y habilidades. La jerarquía que lo posiciona, lo distingue. Pero también lo compromete. Los valores éticos mediante los cuales tal distinción se interpreta, también son propios del espacio académico que lo acoge, aún cuando implican una situación universal más o menos bajo los mismos términos. Las áreas del conocimiento poseen niveles de jerarquización particulares, siendo así también un conglomerado cultural lo que resulta en la comparación de doctores de varias disciplinas. Ejemplo de lo anterior es la innegable razón que posiciona a quienes obtienen el grado de doctor en una Universidad de bajo perfil frente quienes lo obtienen de una Universidad de prestigio. En ambos casos la jerarquía es la misma, pero las exigencias y circunstancias propias en cada una determinan disparidades en muchos casos notorias, no solamente por la calidad o nivel de los egresados, sino por la apreciación que se suscita en las comparaciones y anteposición de opiniones.
Siendo el grado de doctor la más alta distinción académica, los estudios post-doctorales no implican la obtención de un grado sino una especialización, en donde la labor de investigación y/o complementación dada una especificidad en su ejercicio, complementa su línea de trabajo. Realmente el doctor-investigador no necesita de un post-doctorado para llevar a cabo su ejercicio de investigación, pero la "formalidad académica" en este caso implica la solicitud de un apoyo económico por parte de su institución para la exploración de nuevos espacios (recurrentemente en el extranjero) de investigación ajenos a su sede original.
El tiempo requerido para una estancia post-doctoral varía según las convocatorias y la intención de profundización de investigación del doctor. Lo que se espera de los estudios post-doctorales es rendir cuentas de aportación y demostración a su área de conocimiento y a la institución en la que está adscrito. Normalmente se recupera el trabajo en una publicación; pero también puede ser un elemento adicional o complementario para una investigación más generalizada.
La pluralidad, o más bien la variedad de perfiles en personas con el grado de doctor se da por supuesto según la obligatoriedad de la institución que otorga el grado, pero sobre todo según lo que es humanamente permisible; es decir, la obligatoriedad académica es una, quien la ejecuta es otra y lo que resulta de eso otra más. Los tutores de los aspirantes a doctores, pese a la sujeción legislativa, tienen debilidades humanas comunes, tales como la corrupción, el favoritismo y las conveniencias de cualquier índole. Situación que permite entonces hasta cierto punto y bajo circunstancias específicas, que el ideal de doctor o lo que debiera representar no funcione, resultando así en doctores de múltiples categorías y no en una sola, que es la que corresponde con el ideal aspirado.
El Doctorado Honoris Causa, locución latina que significa "por causa de honor", es un grado que otorga la institución por designación y no por los estudios que por tradición requieren. Se le otorga a personalidades que en el campo profesional y sin requerimiento académico ha destacado, mediante su aportación, virtudes y servicios a la humanidad o a un campo específico.
El reconocimiento al doctor es en razón de sus logros académicos y de sus virtudes de conocimientos y habilidades. La jerarquía que lo posiciona, lo distingue. Pero también lo compromete. Los valores éticos mediante los cuales tal distinción se interpreta, también son propios del espacio académico que lo acoge, aún cuando implican una situación universal más o menos bajo los mismos términos. Las áreas del conocimiento poseen niveles de jerarquización particulares, siendo así también un conglomerado cultural lo que resulta en la comparación de doctores de varias disciplinas. Ejemplo de lo anterior es la innegable razón que posiciona a quienes obtienen el grado de doctor en una Universidad de bajo perfil frente quienes lo obtienen de una Universidad de prestigio. En ambos casos la jerarquía es la misma, pero las exigencias y circunstancias propias en cada una determinan disparidades en muchos casos notorias, no solamente por la calidad o nivel de los egresados, sino por la apreciación que se suscita en las comparaciones y anteposición de opiniones.
Siendo el grado de doctor la más alta distinción académica, los estudios post-doctorales no implican la obtención de un grado sino una especialización, en donde la labor de investigación y/o complementación dada una especificidad en su ejercicio, complementa su línea de trabajo. Realmente el doctor-investigador no necesita de un post-doctorado para llevar a cabo su ejercicio de investigación, pero la "formalidad académica" en este caso implica la solicitud de un apoyo económico por parte de su institución para la exploración de nuevos espacios (recurrentemente en el extranjero) de investigación ajenos a su sede original.
El tiempo requerido para una estancia post-doctoral varía según las convocatorias y la intención de profundización de investigación del doctor. Lo que se espera de los estudios post-doctorales es rendir cuentas de aportación y demostración a su área de conocimiento y a la institución en la que está adscrito. Normalmente se recupera el trabajo en una publicación; pero también puede ser un elemento adicional o complementario para una investigación más generalizada.
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