domingo, 6 de julio de 2025

El campo energético y el poder de las acciones


He Man: "Ya tengo el poder" 

— Para evitar el conflicto [pero sacrificando la verdad] me contengo, me refreno, me auto censuro y me silencio. La mayor parte de lo que les digo son mentiras, pero ellos quedan satisfechos. No siempre me sale. Es entonces cuando me atosigan o me dejan de hablar.
Las acciones y los sentimientos son tipos o intensidades de gasto energético. Cuando inviertes tu energía en preferencias o gustos por cualquier cosa, pierdes una cantidad importante de energía. Para amortizar esa pérdida debes canalizar tus intereses en cosas que valgan la pena. La cuestión es ¿qué vale la pena?. Eso se aprende con tropiezos y con tiempo, pero darse cuenta de eso no es fácil, sobre todo si no sabes cómo estar en silencio contigo mismo. El roce social es el mayor consumidor de energía, porque con él se llena gran parte de lo que hace al mundo.
Convertir los gustos en intereses puede ser el primer paso, pues los gustos suelen partir de estructuras impuestas por la sociedad, no de nosotros mismos; y por otro lado están los paliativos, con los que se satisfacen los gustos, en donde caben todo tipo de payasadas con que rellenamos nuestras prioridades y nuestros actos.
Lo que nos interesa parte de una sincera y profunda reflexión: lo que nos gusta es un impulso primitivo. El problema es que anteponemos criterios que no tienen mayor objetivo que justificarnos, como cuando decimos que no todo es rigor y reflexión, o que tenemos que descansar, que debemos divertirnos, que somos seres humanos con defectos, etc. Pero cuando vemos gente que invierte cantidades extremas de tiempo y esfuerzo en su apariencia física, en sumarse a una identidad colectiva, en reuniones de chisme o en adoptar cualquier tipo de actitudes de consenso social, es que nos damos cuenta de que perdemos tiempo, esfuerzo y dinero en cosas que no valen la pena. Aquí también cabe el cómo o el para qué hacemos esas cosas. En el trabajo tenía un compañero que hizo lo posible para irse de viaje a Europa, pero no creas que fue a aprender viendo los museos, conocer un lenguaje distinto o saber de otra cultura, no. Se fue para regresar a su país con la presumible idea de que estuvo en Europa y llenar una carpeta de fotitos en sus redes sociales.
Cualquiera diría que es imposible desprenderse de los consensos, a menos que se viva una vida ascética. Pero el aislamiento no sirve de nada si la persona no le da un nivel de desapego a su participación social. Estar en sociedad no es lo mismo que ser parte de ella.
La decisión de elegir es un factor energético que comienza desde antes, con el tipo de priorización que se construye el individuo. Cuando se hace una idea en la mente para cristalizar un gusto o una acción, la energía adquiere un tinte particular, como cuando tenemos hambre y hacemos un repaso mental sobre qué vamos a comer. Esta etapa de construcción se convierte en una especie de actitud predatoria, en donde el individuo busca un modo de salirse con la suya. Con las elecciones que no se planean con tiempo es lo mismo pero se debe tener un plan general, para que la sorpresa no resulte tan sorprendente y las reacciones tengan un mejor tino, como cuando sabemos de antemano cómo comportarnos en una entrevista de trabajo y hacer o decir cosas que vayan en contra de nosotros mismos. Ya sé que me dirás que todos son libres de hacer lo que quieran con su tiempo, su dinero y su esfuerzo, pero no estoy hablando de libres albedríos. Esto tiene que ver con las capacidades humanas de relacionarse con el universo, y eso va más allá de su situación social. Si utilizaríamos nuestra energía con el mismo ahínco predatorio pero para cosas útiles y no para tonterías, tendríamos tiempo de sobra para implicarnos con compromiso en todo lo que hacemos y pensamos. El quid del asunto no es establecer categorías de qué vale y no vale la pena, eso lo puede hacer cualquier idiota. Es implicar en cualquier cosa que hagamos el mayor esfuerzo y compromiso posibles. Automáticamente eso le dará una dimensión a lo que hacemos, pues el simple hecho de dosificar con tino nuestras prioridades nos resulta en cosas que bien vale la pena hacer y descartar lo que no. La gente toma decisiones sin valorar su tiempo de vida. Y créeme, nadie escapa a la muerte, nadie.
—¿Entonces qué cosas descartamos y en qué cosas nos implicamos?
— (Risas). Sabía que me preguntarías eso. No te voy a decir qué hagas y qué no hagas porque lo utilizarías inmediatamente para hacerte el agredido o el ofendido. Pero ahí tienes un buen ejemplo, no te pongas en primer plano para todo. El roce social consume mucha energía porque implicamos mucho esfuerzo en hacernos los hipersensibles. No esperes una receta. Identifica tus debilidades y atácalas directamente. Los súper héroes nunca serán invencibles si tienen las debilidades mundanas que corresponden a cualquier ser humano.

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